Después de casi una hora y media de trayecto en auto y apoyados en un sencillo mapa de ubicación– que nos obligó a preguntar en más de una ocasión dónde quedaba el lugar hacia donde nos dirigíamos– al fin llegamos a la finca Bajo Grande, en la cual se desarrolla el proyecto agroturístico sostenible conocido como "El Motete".
Eran pasadas las once de la mañana del domingo y la aventura apenas comenzaba. "¿Estaremos llegando?" me preguntaba como un niño de ocho años cada 20 minutos del trayecto de hora y media. Era la primera vez que incursionaba hacia este lugar rumbo a Pacora, en Panamá Este.
Cuando finalmente llegamos a "El Motete", ubicado en La Chapa, en la comunidad de San Miguel-La Mesa en el corregimiento de San Martín, lo primero que me llamó la atención fue el aroma a aire puro y el impacto escénico de la naturaleza.
Al llegar al sitio, se desciende por una cuesta quedando inmediatamente cara a cara con un río pintoresco, que es incidentalmente uno de los mayores atractivos de este proyecto agroturístico.
Ese día unas familias estaban dispersas por las orillas del afluente: se divertían en una improvisada cancha de voleibol, otros descansaban en algunas piedras o en tablones construidos con la materia prima del lugar, o se refugiaban bajo un árbol o en carpas instaladas, después de haberse zambullido en las aguas del río Pacora.
Como se aproximaba la hora del almuerzo, otros ya se encontraban atizando el fogón, para hacer un suculento sancocho acompañado con un arroz con guandú.
Aquella mañana Luz Fuentes, procedente del centro de la capital, había llegado temprano a El Motete, acompañada de unos 15 miembros de su familia para disfrutar de un día de esparcimiento.
Visiblemente contentos, esta era la primera visita de los Fuentes al proyecto y detallaron como habían desayunado en grande: con tortilla changa, queso, frutas, jugos, café, es decir, una variedad de comidas propias del campo y que se les había preparado allí mismo.
En tanto la educadora Sonia de Navarro, como Fuentes, visitaba por primera vez el lugar y estaba igualmente a gusto, comentando que el siguiente fin de semana retornaría nuevamente para acampar con más miembros de su familia.
Con el transcurrir del tiempo, observamos cómo llegaban más personas al sitio cargados con coolers, estufas, pailas, sillas, bolsas y demás enseres que se hacen necesario cuando uno va a un día de campo.
Al poco tiempo de nuestra llegada fuimos conducidos por uno de los visitantes al lugar, a conocer a Luis Montenegro, el hombre que hizo posible el proyecto. En el trayecto pasamos por un camino cercado donde se observaban potreros, plantíos y unos corrales con vacas, terneros y caballos.
A poca distancia encontramos a Montenegro, quien se encontraba con el ex director del Ente Regulador, José Palermo, su esposa Gisela y otros amigos, que hacían un recorrido por la finca con el propósito de asesorarse en la materia ya que esperan poder abrir su propio proyecto agroturístico en Coclé. Nosotros aprovechamos y nos unimos al recorrido.
El experto agrónomo y productor desgranó minuciosamente todos sus conocimientos que aplica para producir la tierra y cómo ha ido mejorando poco a poco la finca que hoy tiene.
Detalló el proceso de siembra de pastos, de los plantones frutales, del cultivo de vegetales y hortalizas, de cómo hace para conservar el medio ambiente, del cúmulo de proyectos que tiene pensado ejecutar para ampliar el proyecto y poder brindar mayores servicios y comodidades a los visitantes.
A su vez, Montenegro también recibía sugerencias por parte del arquitecto colombiano Miguel Reina que también se ha dedicado a la ganadería y a la agricultura.
Con un motete al hombro, adornado con una desteñida bandera plástica panameña, calzado apropiado, jeans, una camisa fresca y un sombrero pintado y cubierto para que no se mojara, este santeño acostumbrado a sus faenas diarias condujo a los visitantes a través de una loma empinada para que apreciaran en toda su magnitud la belleza del lugar.
La acción resultó un buen ejercicio de "oxigenación", además de refrescante por las gotas de lluvias que llegaban y desaparecían repentinamente.
Posterior a este pequeño y algo extenuante recorrido, el descanso en la casita de madera fue el siguiente paso, el cual vino acompañado con la degustación de guarapo, tamal, mamallena, queque y sandía, que se le ofreció al grupo que había invitado Montenegro.
Asimismo, ya pasado el mediodía, a la rupestre casita se iban acercando algunos visitantes del lugar para aprovechar del almuerzo que se les había preparado y así cargar energía para seguir disfrutando del contacto con la naturaleza que ofrece este proyecto sostenible.
La agilidad de Montenegro no sólo se proyecta en su atropellada forma de hablar, sino también en su cordial atención al público, pues siempre está dispuesto a atender todas las peticiones de sus invitados.
De esa manera, Montenegro espera que el "El Motete" sea un ejemplo de cómo preservar la naturaleza según un modelo que puede ser entretenido, educativo y sostenible.
Un hombre que ama a la madre naturaleza
Procedente de El Cocal de Las Tablas, provincia de Los Santos, Luis Montenegro decidió hace 10 años trabajar con las comunidades del sector este de Panamá con el fin de impulsar el agroturismo.Ingeniero agrónomo de profesión y con experiencia acumulada en el sector gubernamental, privado e internacional durante 34 años, Montenegro ha aprendido que es necesario hacer mayores inversiones en el sector agropecuario, como una de las bases del desarrollo del país.Por ello, hace seis años adquirió una finca en el corregimiento de San Martín, en la que hoy trabaja fuertemente para convertirla en un lugar útil a la comunidad. Allí se destaca el turismo rural con el fin de aumentar el interés por el campo y sus costumbres, pero sobre todo enseñarle a la ciudadanía a conservar los recursos naturales.A pesar de ser un santeño –por aquello de que llevan el estigma de ser degradadores del ambiente–, Montenegro se ha convertido en un acérrimo defensor de la naturaleza y es partidario de que no hay nada mejor que lo natural, en lugar "de levantar edificios bonitos o construir piscinas". "Tenemos que seguir conservando el ambiente, mejorándolo y reforestando", dijo.

