- Las velas constituyen un elemento importante en los actos litúrgicos. Y es que ellas representan a Cristo, luz del mundo. De allí que se usen no solo para iluminar las casas en Navidad, sino también para realizar una liturgia de la luz, la noche de Pascua o Resurrección, que nos recuerde precisamente a Quien con su muerte y resurrección nos libró del pecado.
- La luminaria de cera se usa como señal de vigilia, de quien espera en guardia: por eso en las procesiones se llevan velas encendidas como acompañamiento.
- La vela es empleada incluso como señal de honor: por eso al Santísimo Sacramento se le ponen siempre velas encendidas.
- Las velas aromáticas ayudan a purificar el ambiente (como lo hace el incienso); en forma translaticia ello simboliza purificación del espíritu, y contribuyen a que los sentidos entren en la oración.
- Desde el Antiguo Testamento existe la práctica de encender velas delante del Señor. Dios exigió a los israelitas mantener los candelabros encendidos ante el Santo de los Santos (Ex. 40). Por ello los cristianos que creen en la presencia real de Cristo en la Eucaristía mantienen velas encendidas ante el Santísimo.
- De esa misma manera el humo del incienso subiendo hacia Dios, simboliza las oraciones de los creyentes. ( Ap 5:8, 8:3 ).
- Colin B. Donovan, STL, dice: Todo lo que sea votivo, tiene que ver con votos o promesas. A Dios le agradan nuestras promesas, siempre que las cumplamos( Mt 5:33, He 18:18 ). Quien enciende una vela votiva, hace una ofrenda y presenta su intención ante el Señor. La vela simboliza esta intención, también puede significar su presencia en oración ante Dios, y su unión, como cristiano, con Cristo la Luz del mundo. El elemento votivo es el intercambio de la ofrenda hecha, por la respuesta de Dios a sus oraciones. Así que la práctica de las velas votivas tiene raíces bíblicas y es un símbolo de los cristianos unidos a Cristo, y de nuestra completa dependencia de Dios en nuestras necesidades.
