Álvaro Naranjo*
OPINIÓN.
En los últimos meses, el real brasileño y el peso colombiano, entre otras monedas, se han depreciado de manera precipitada en relación con el dólar. La moneda brasileña cerró el viernes a 3.87 reales por dólar después de que hace menos de un año se estaba negociando en 2.23. Del mismo modo, el peso colombiano se llegó a negociar a 3 mil 200 pesos por dólar después de que hace poco se estaba negociando a menos de mil 900. Ambas monedas se han devaluado casi 70% en los últimos meses.
Existen varias razones para este fenómeno. La primera es la caída de los precios del petróleo. Ambos países son altamente dependientes de sus exportaciones de petróleo y, como todos sabemos, su precio ha caído más del 50%. Solo por este concepto, ahora reciben la mitad de dólares que antes y al haber menos oferta se genera más devaluación. Por otro lado, las expectativas de aumento de tasas de la Reserva Federal en Estados Unidos son otra causa importante de la devaluación. Como las tasas llevan en cero mucho tiempo, muchos capitales, a veces llamados golondrina, eran prestados en dólares a tasas baratas para ser llevados a Colombia o Brasil, y así invertirlos a tasas más altas ganándose un diferencial. Ahora con expectativas de aumento de tasas, el dinero prestado se encarece, por lo que debe ser repagado rápidamente ocasionando la salida de estos capitales de Latinoamérica y generando así más devaluación.
Por último, lo que remató la devaluación fue la desaceleración de la economía China, uno de los principales compradores de materia prima. Y si China se desacelera, estos países sufren.
Para este año, se espera que Brasil registre un decrecimiento de 2.5% y el escenario económico de Colombia tampoco es alentador.
La devaluación de estas monedas afecta directamente a Panamá. Los productos que estos países nos compran ahora cuestan un 70% más. Esto nos vuelve menos competitivos y afecta nuestras exportaciones. Por otro lado, encarece el turismo hacia nuestro país. Los turistas brasileños y colombianos que ganan exactamente lo mismo que hace un año en su moneda local ahora les cuesta 70% más el mismo viaje.
Lo más difícil de esta devaluación ha sido lo rápido y la manera tan volátil como se ha dado. Para la aerolínea Copa, por ejemplo, es muy difícil saber cuál será el margen de ganancia de vender un tiquete a futuro si no se sabe dónde estará la divisa en unos meses para repatriar los dólares.
Un alivio sería que las monedas se estabilizaran. Con una moneda estable, el turismo, comercio y las economías pueden proyectar sus flujos futuros de una mejor manera, brindándole estabilidad y tranquilidad al sistema.