OPINIÓN
Un amigo con ingresos bajos me pidió 150 dólares prestados para pagar unos intereses.
El tema financiero siempre me apasiona por lo que le pregunté qué tasa le cobraba su prestamista. “El 15% quincenal”, me respondió. Me costó demasiado entender esta tasa, sin embargo la conversación se extendió un poco.
Mi amigo se gana el salario mínimo, que es alrededor de $490, y después del trabajo camina perros para ganarse un extra o “camarón”.
En total, él tiene ingresos mensuales por $800. Solo en intereses, al 15% quincenal por un préstamo de $300, él paga $90 mensuales, lo que equivale a un 11.25% de sus ingresos brutos (hay que descontar impuestos, prestaciones sociales etc.).
No quise entrar en sus gastos personales pero sé que él tiene una hija, sostiene a la mamá y tiene novia.
El análisis que le hice fue que con todos estos gastos y además un préstamo como el que tenía con un “ladrón”, no daba espacio para el ahorro ni para gastos imprevistos y siempre iba a estar incurriendo en más deuda para poder cumplir con sus compromisos, convirtiendo todo en una bomba de tiempo.
También le hice caer en cuenta, que como él tenía sus gastos personales y mensualmente solo le daba para pagar los intereses, en tres meses y medio, ya le había pagado al agiotista en intereses el monto inicial del préstamo.
Como no le alcanza para abonar a capital siempre estaría pagando los mismos intereses punitivos. Me confesó que llevaba más de un año con este préstamo. En términos sencillos, había pagado un equivalente a tres veces el monto inicial del préstamo y todavía tenía la misma deuda. Finalmente le expliqué que existen bancos, instituciones financieras, instituciones del Estado, cooperativas, etc. que le prestan dinero a tasas mucho menos perjudiciales.
Después de finalizada la conversación, me pregunté a mí mismo: ¿Por qué un aprovechado como este no está en la cárcel? ¿Por qué esta práctica no está regulada en Panamá? ¿Por qué no hay un programa educativo para las masas donde se les dé orientación y planificación financiera?
Otros países, como Colombia, tienen tasa de usura (máximo permitido por la ley) de 30.51% anual y el que cobre por encima de esto tendrá cárcel y multa.
Lo cierto es que el Gobierno solo puede regular hasta cierto punto ya que muchos de estos préstamos se hacen a través de redes laborales ocultas y de manera totalmente informal.
Evitar esto es labor de todos: desde el mismo que pide el préstamo y no se informa de las tasas de mercado, hasta el patrono que no se da cuenta de que esto pasa y no toma medidas para controlarlo.
