PARIS, Francia (AFP). La baja de tasas por parte de la Reserva Federal norteamericana y el anuncio de medidas puntuales por el secretario del Tesoro estadounidense, Paul O'Neill, demuestran el contraste entre el activisimo de Estados Unidos para sostener su crecimiento y la apatía de los europeos, paralizados por la ausencia de una política económica común.
Es cierto que la administración norteamericana tiene la intención de hacer todo lo posible para sostener el crecimiento económico del país, afirmó Evariste Lefevre, economista de CDC-Ixis Capital Markets. En cambio, los europeos no dan la misma impresión, continuó. Entre 2001 y 2002, Estados Unidos consagró cerca de 2.5 puntos del Producto Interno Bruto (PIB) a la estimulación presupuestaria de su economía, entre bajas de impuestos, gastos públicos y apoyo a los sectores afectados por los atentados del 11 de septiembre de 2001.
La administración del presidente norteamericano G.W. Bush prevé medidas puntuales para relanzar la economía, anunció Paul O'Neill el martes pasado. A esto se agrega la baja de medio punto, a 1.25%, de las tasas de interés la semana pasada por parte de la FED, que ya las había reducido en once ocasiones el año anterior para dar vigor a la economía norteamericana, entonces en recesión. Como resultado, EU registró en el tercer trimestre de este año una progresión de 3.1% en ritmo anual de su PIB, tras un alza de 1.3% en el segundo trimestre. Frente a este despliegue de medios, Europa parece, por lo menos, apática.
La semana pasada, el Banco Central Europeo (BCE) quiso bajar sus tasas directrices, como lo dejó entender su presidente, Wim Duisenberg. Pero al final, preocupado por una inflación resistente y los desbordes presupuestarios de los países más grandes de la zona (Alemania, Francia e Italia), el BCE no siguió a la FED.
