Ariel Muñoz lleva 16 años luchando con el Virus de Inmunodeficiencia Humana (VIH). Ha cargado con una enfermedad que aún en la década de 1990 muchos miraban como contagiosa. También con los costos económicos de que su sistema inmune no funcione a la perfección.
Cuando fue diagnosticado, los pacientes en Panamá ni siquiera recibían la triple terapia, el coctel que les alarga la vida.
De ese momento a la fecha las cosas han mejorado. El sistema de salud, dice Muñoz, los incluye en sus planes y hay más donaciones internacionales para combatir la enfermedad, aunque las distorsiones en la salud pública también los toca.
Pone como ejemplo que debido a la salida del cuadro básico de medicamentos en la Caja de Seguro Social (CSS), en los últimos ocho meses ha tenido que adquirir por cuenta propia el fármaco Truvada, cuyo tratamiento de 30 tabletas al mes tiene un costo de unos 100 dólares.
Igualmente reclama que desde hace tres meses hay un desabastecimiento en la CSS de un fármaco llamado AZT, cuyo precio es de 180 dólares para un tratamiento de un mes.
Advierte que al no contar con este medicamento, los pacientes pueden crear resistencia, y esto se traduce en que en unos meses habría que hacerles un cambio de esquema, lo que aumentaría los costos, incluyendo hospitalizaciones.
Se queja, pero al mismo tiempo reconoce que le sería imposible comprar todos los medicamentos que utiliza y que son solventados por la CSS. Su cuenta es de aproximadamente mil 100 dólares anual.

