Un investigador realiza un estudio en donde una persona con un mapa se acerca a un profesor en la calle y le pide instrucciones de cómo llegar a una dirección. El profesor mira el mapa con detenimiento y luego, totalmente concentrado, empieza a darle indicaciones.
A mitad de la conversación, dos cómplices de la investigación simulan cargar una puerta y pasan justo en medio del profesor y de la persona recibiendo instrucciones. Aprovechando que la puerta estaba en medio de las dos personas, un cuarto cómplice entra en escena y se coloca en el lugar de la persona que pedía indicaciones y reemplaza a la persona que originalmente hizo el pedido.
Todo esto ocurre sin que el profesor se dé cuenta de que han cambiado a la persona que solicitó su ayuda inicialmente. La nueva persona, quien ahora ocupa el lugar de la persona pidiendo instrucciones, no solo tiene rasgos diferentes sino que incluso está vestido de forma distinta a la persona original. El estudio quería evaluar en qué medida el profesor se daría cuenta de que habían cambiado la persona que pedía direcciones.
El resultado fue sorprendente, 50% de las personas que daban las direcciones no se dio cuenta de que la persona había cambiado. Estaban tan concentradas en el hecho de dar las indicaciones que no tomaron conciencia de lo que había pasado; es decir, no se percataron de que la persona con la que estaban hablando, era otra.
Christopher Chabris y Daniel Simmons, en su libro El gorila invisible, describen las investigaciones que demuestran que el ser humano tiene una ceguera de atención.
Nuestra mente consciente solo puede procesar una cantidad de información a la vez. Cuando concentramos nuestra mente en un estímulo, perdemos la capacidad de tomar conciencia del resto. Chabris y Simmons fueron los creadores del famoso experimento del gorila. A un grupo de personas se les pasó un video donde varios estudiantes estaban haciendo pases con una pelota de básquet.
A las personas que veían este video se les pedía que cuenten el número de pases realizados. Mientras contaban los pases, a mitad del video, aparecía una persona disfrazada de gorila que saludaba. La investigación quería determinar cuántas personas lograban ver el gorila. Nuevamente, una cifra similar, cerca del 50%, no se percató en absoluto del enorme gorila en la pantalla.
La película El Gladiador es una de las producciones que más errores ha tenido. Hay escenas en donde se puede ver claramente, a un miembro del equipo de producción vestido con ropa moderna al lado de los romanos. Incluso se puede percibir el tanque de gas de una de las carrozas jaladas por caballos. En este caso, el fenómeno de ceguera de atención salvó la película. El público estaba tan concentrado en la trama que no registró los errores de producción.
La ceguera de atención afecta fuertemente el liderazgo. A los jefes y gerentes que tienen personas a su cargo, les asignan metas y objetivos cada vez más agresivos. Los miden, los controlan y los premian por el logro de sus metas. Su atención se centra en los objetivos y muchos son ciegos para ver a las personas que tienen a su cargo. Están tan concentrados contando los “pases”, esto es las metas, que no pueden ver el gorila, es decir, no pueden ver las emociones y necesidades de su personal.
Una forma de solucionar este problema es convertir el trabajo con las personas en objetivos. En otras palabras, trazar metas concretas y medibles a los gerentes y jefes con respecto a las personas. Por ejemplo, en algunas organizaciones se hacen mediciones donde los empleados evalúan a sus jefes. El resultado de esta evaluación se convierte en una meta a mejorar por parte del jefe. Solo cuando las personas entran a la zona de atención selectiva del jefe, este le prestará atención al lado humano de la gestión.
Recuerde que nuestra tendencia será siempre a concentrar nuestra atención en una sola cosa y que es probable que en este momento hayan varios problemas u oportunidades que se le están escapando de la vista. El reconocer nuestras limitaciones es el primer paso para superarlas.
