Durante los últimos años ha sido notable el incremento de CEOs, directores y gerentes de empresas que buscan fortalecer sus capacidades de comunicación efectiva y hablar en público.
La habilidad de comunicar e influir en las personas es cada día más importante. Cuando hablo de influencia me refiero a la capacidad de alinear visiones, generar empatía, inyectar energía, fomentar un diálogo constructivo y promover acuerdos en el mundo de las ideas de forma honesta y transparente.
La comunicación efectiva y la capacidad de hablar en público es un arte que requiere entrenamiento y mucha práctica para sacar el mejor provecho a las técnicas de comunicación verbal y no verbal que pueden contribuir a generar un mensaje poderoso.
Recuerdo la experiencia que tuve hace más de dos décadas con un director de una multinacional, un experto en la materia a quien le tocaba llevar a cabo una difícil presentación ante importantes autoridades de gobierno y una audiencia muy exigente.
El escenario no era fácil, pero su capacidad de valorar el contexto y generar una conexión desde el principio podía hacer la diferencia entre el éxito y el fracaso. Así, una vez en el escenario recurrió a la técnica del silencio, sí, no emitió palabra durante unos 15 segundos, una eternidad para todos los presentes, sólo observó a la audiencia, se conectó visualmente con varias de las personas que estaban allí y acto seguido contó una anécdota graciosa que involucraba a algunos de los presentes en la sala. El resultado: la gente rió, aplaudió y se generó un vínculo emocional y un ambiente más relajado, el resto fue mucho más fácil. Esto lo logró en los dos minutos iniciales.
De alguna forma, creó las condiciones desde el inicio para que el resto de sus mensajes permearan de manera más fácil en la audiencia y la involucró a través de una historia para generar una especie de diálogo a lo largo de su presentación, que culminó con la aprobación del público sobre sus ideas.
En esta escena se pueden valorar varias técnicas, sin duda el uso inteligente del silencio es una muy útil, pero también la comunicación no verbal, la vista y la conexión visual con la audiencia y el uso del storytelling como herramienta para generar interés y “romper el hielo”.
En este sentido, lo primero que es importante comprender es la relación que existe entre las palabras, el tono de voz y el lenguaje corporal. Estos tres aspectos están íntimamente relacionados y si uno falla se afecta la efectividad del mensaje. La mayoría de los estudios destacan que el lenguaje corporal representa el 55% de la comunicación, las palabras 7% y el tono de voz 38%.
Todo proceso de comunicación efectiva implica una adecuada preparación, un virtuoso desempeño a la hora de entregar el mensaje y un análisis posterior para generar aprendizaje y mejora continua. La próxima semana compartiré algunos criterios para cada una de estas fases.
El autor es consultor en comunicación estratégica
