Aquel Diálogo 2005 convocado hace 16 años para salvar a la CSS, y que coincide con la experiencia del suscrito liderando a la APEDE, resultó también otra escuela de ciudadanía en democracia. Terminé convencido de lo muy importante que es entrar al fondo de los problemas, cuando sus raíces están conectadas con los estilos de liderazgo usuales en el panameño.
En medio del acostumbrado ambiente intoxicado por la desconfianza, ensayamos colaborar con la reforma del Seguro Social colocando todas las cartas sobre la mesa, sin excepción, en vez de confrontar en un juego donde unos pierden lo que otros ganan.
Hace 16 años entendimos que ensayábamos un diálogo constructivo en medio de condiciones adversas internas, además de la muy baja credibilidad del gobierno convocante.
Su escuela enseñó que, como un estilo de liderazgo democrático, era posible; y que, como condición, exigía asumir algunos principios.
Partíamos admitiendo que la opinión distinta del “otro” era tan legítima como la nuestra, pero no anulaba una disposición crítica a argumentar en forma propositiva y constructiva -sin descalificar ni ofender- y con la voluntad de encontrar posiciones consensuadas.
Exigía demostrar con hechos, en la mesa, nuestra disposición genuina para suavizar posturas y correr límites, en pro de avanzar sobre acuerdos... que alcanzar el consenso equitativo estaba por encima de nosotros y nuestros intereses.
Hoy debemos resolver cómo no contravenir las medidas de bioseguridad. Pero la experiencia 2005 aconseja abordar los conflictos que comportan tan delicados temas -que incluso alcanzan tareas de la redacción de acuerdos- en forma presencial.
Lo virtual -tan necesario en tiempos de pandemia- pierde ante lo presencial, cuando los participantes cara a cara incluyen el complemento del amplio lenguaje sensorial en el intercambio. Así, lo presencial también faculta a las partes reunidas ir al “cuarto de al lado”, en la búsqueda de consensos, que luego ingresan a la plenaria para aprobación. Mucho se logra durante los recesos, vía conversaciones informales, que no se habilitan en la modalidad virtual.
Discuto dos aspectos fundamentales, sorteando temas paramétricos: Los resultados de las corridas actuariales son datos que no admiten discusión, mas sí sustentar conclusiones disímiles. Por otro lado, es sumamente importante -aunque nada fácil- poner coto -de una buena vez- al desgreño administrativo, a la ineficiencia e ineficacia operativa, y pobre gobernanza existentes.
Debiera existir responsabilidad, rendición de cuentas, remedio efectivo a la vagabundería, a la mediocridad y faltas a la ética en el manejo de la CSS, cuyos escándalos, por décadas, han nutrido los más desoladores titulares.
Finalmente, necesitamos prever que no ocurra lo de 2005. Resulta imperante acordar un mecanismo permanente de monitoreo efectivo, que consiga hacer sostenibles los resultados con un seguimiento sobre lo consensuado. Ideal sería que tenga suficiente autonomía, y cuente con una participación balanceada de los distintos sectores, y así vacunarlo contra la impronta de los distintos gobiernos.
El autor es expresidente de la APEDE
