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Enfoque gerencial

El cisne negro estaba con nosotros

La crisis actual pone en el ranking de prioridades la gestión de riesgos y la planificación estratégica para mitigar los mismos.

El Covid-19 es considerado por algunas personas como un cisne negro, para otros expertos una pandemia de éste tipo era un fenómeno identificado, muy probable y durante años fue visto con complacencia.

El concepto de cisne negro tiene apenas cuatro décadas y se refiere a un suceso o evento improbable. Durante siglos se afirmó que todos los cisnes tenían plumaje blanco, no era posible concebir un cisne con plumaje negro, un axioma que se sostuvo hasta el año 1967 cuando se descubrieron cisnes negros en Australia.

Este hecho revolucionó la clasificación zoológica europea que se basaba en la idea de que todo cisne era, por definición, blanco. Con base en esta experiencia, Nassim Nicholas Taleb, un investigador y experto financiero, introdujo el concepto de “cisne negro” a comienzos de la pasada década para referirse a los mercados financieros, pero luego generalizó el concepto a eventos que pueden ocurrir en diversas actividades humanas, tal como lo presentó en su libro de 2007 “El cisne negro – El impacto de lo altamente improbable”.

La pregunta es ¿Covid-19 es un cisne negro?

Pareciera que no. El análisis de riesgos desde hace más de una década nos dan señales claras que la atención al riesgo de una pandemia de escala global debía ser una prioridad.

Así lo reportó el Informe Global de Riesgos elaborado por Marsh & McLennan para el Foro Económico Mundial. Los primeros informes de los años 2006 y 2007 ubicaron los riesgos de pandemia entre los 5 mayores desde el punto de vista de impacto. Era la época del H5N1 y el informe señalaba: “Los suministros actuales de medicamentos antivirales son insuficientes para hacer frente a un brote pandémico importante. Si la infección de persona a persona se volviera común, las vulnerabilidades de nuestros sistemas globales interconectados intensificarían el impacto humano y económico.

Una gripe letal, su propagación facilitada por los patrones de viaje globales y no contenida por mecanismos de advertencia insuficientes, representaría una amenaza grave. Los impactos económicos a corto plazo incluirían un grave deterioro de los viajes, el turismo y otras industrias de servicios, así como las cadenas de suministro de fabricación y minoristas. El comercio mundial, el apetito por el riesgo de los inversores y la demanda de consumo podrían sufrir durante períodos más prolongados. Son posibles cambios profundos en las relaciones sociales, económicas y políticas”.

A pesar de que las pandemia desaparecieron en los años siguientes de la lista y los riesgos globales eran protagonizados por los tecnológicos, financieros y naturales, en el informe de año 2019 se dejó un espacio para hacer la siguiente acotación “El mundo está muy mal preparado para las amenazas biológicas más modestas. Somos vulnerables a impactos potencialmente enormes… El progreso nos ha hecho complacientes con respecto a las amenazas convencionales, pero la naturaleza sigue siendo capaz de 'innovar' una pandemia que podría causar daños incalculables”.

Si, el cisne negro estaba con nosotros.

El autor es consultor en comunicación estratégica


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