Las noticias falsas (Fake News) se han tomado la agenda de opinión pública generando graves distorsiones en la sociedad y; particularmente en estos tiempos de pandemia, han promovido todo tipo de matrices de opinión que llevan a parte de la población a creencias y actitudes ajenas a la realidad.
Por ejemplo, en Indonesia se ha puesto de moda tomar sol porque supuestamente es una práctica que ayuda a evitar contraer el coronavirus o algunos pocos incautos que se inyectaron desinfectante en las venas como medida para prevenir la infección.
Consumir información de fuentes confiables es fundamental en estos tiempos. Una fuente confiable es aquella producida por un autor, comunidad académica o profesionalmente conocida que de alguna manera le da legitimidad; sin embargo, se debe tener capacidad de análisis y lectura crítica para identificar estas fuentes confiables.
En éste contexto, las fuentes oficiales del gobierno, autoridades y expertos sumados a los medios de comunicación profesionales juegan un rol fundamental para mitigar los efectos perversos de las noticias falsas.
Los medios de comunicación han dejado claro que el ejercicio profesional de la comunicación constituye la mejor herramienta para los ciudadanos y éstos así lo han entendido durante la crisis actual.
Un reciente informe de Comscore, una firma especializada en medios digitales, destaca que los medios de comunicación y particularmente la prensa han sido la fuente de información en la que más confía la población. Tal como lo planteó la revista Semana de Colombia, “La gente ha preferido informarse sobre el coronavirus en los medios de comunicación y en las fuentes oficiales, con lo que la información curada y el tratamiento profesional de las noticias obtuvieron su primera victoria en estos años de reinado de las fake news y la estupidez informativa en las redes sociales”.
Según el estudio, los medios ocuparon los primeros lugares en Facebook, Twitter e Instagram en las interacciones sobre la Covid-19 producida por el coronavirus en América Latina.
De esta forma, el periodismo serio y profesional se ha revalorizado ante la explosiva y venenosa tendencia de los manipuladores de oficio que crean sitios web fantasmas o viralizan contenidos falsos con agendas ocultas.
Las redes de WhatsApp han demostrado que no hay que estudiar absolutamente nada para ser experto en algo. En los grupos de ésta red social han surgido de un día para otro expertos en infectología, geopolítica, políticas públicas, macro y micro economía y vida extraterrestre, entre otras especialidades que superan el valor de la opinión de un académico o un profesional con más de 30 años de experiencia. Lo peor es que la ignorancia se expande a una velocidad inédita en la historia de la humanidad.
La sociedad necesita de un anclaje que le permita a la gente consumir información seria y confiable, requiere de un periodismo valiente fundamentado en principios éticos, de salas de redacción conformadas por profesionales comprometidos con su profesión y con su rol como agentes promotores de una mejor sociedad.
El autor es consultor en comunicación estratégica.
