DAVID, Chiriquí. -Después de 36 años de vivir en David, Agripino Carrillo recuerda los duros años cuando trabajaba en los campos del oriente chiricano.
Hoy acepta que la situación de la economía no es la mejor, pero declara que no le faltan ideas para sostener sus empresas, en las que emplea a 82 trabajadores.
Carrillo ha tenido éxito en la administración de almacenes y centros de diversión. Además, se ha destacado como promotor de festividades y, ahora también, en la ganadería.
"Estoy preparando un lugar para la cría de puercos. Hay que tener por lo menos 25 hembras para que el negocio sea rentable en estos momentos", aseguró.
Carrillo era solo un muchacho de 17 años de edad cuando, en 1967, llegó a David a buscar trabajo. Aprendió a laborar en la construcción, batió mezcla, hizo aceras y poco a poco terminó su educación secundaria.
Al inicio de la década del 70 consiguió trabajar en una boutique que vendía ropa de finas marcas, llamada Cavalier.
"Ganaba al inicio 150 dólares y mi comisión del .5% me generaba casi mil dólares de ganancia", señaló.
Pero no se conformó con el salario de entonces y 12 años después de trabajar en el almacén, renunció para tomar el camino independiente.
"Ya tenía tres hijos. Mi esposa no estuvo de acuerdo, pero era algo que tenía que hacer", recordó.
"La casa tenía una letra alta de más de 250 dólares [mensuales]; mis hijos venían creciendo y era necesario forjar un futuro".
En 1980, Carrillo abrió su propia boutique. Años atrás, había comprado un bar, pero siempre pensó en tener una finca productora.
"Hice bailes... compraba yo mismo la mercancía a comerciantes hebreos que me ayudaron dándome crédito. Viajaba a Panamá y ahorraba todo lo que podía", contó.
"Solo almorzaba una sopa para no gastar cuando viajaba. Una vez no dormí en 72 horas, cuando compré la exclusividad de unas fiestas patronales", confesó.
Hoy, Agripino Carrillo tiene una lechería, un ganado campeón y dos boutiques. A sus 53 años de edad, dice que ya está tan acostumbrado al trabajo, que pararse a descansar le parece ilógico.
Dos de sus hijos ya son profesionales y el menor está a punto de lograrlo. Recuerda que trabajar le impidió a veces compartir más tiempo con sus muchachos, pero se satisface al saber que pronto ellos podrán reemplazarlo en la administración de sus establecimientos.

