El objetivo de Pekín de construir una industria tecnológica autosuficiente ha sido elevado para convertirse en un pilar estratégico, parte del último plan quinquenal que establece las principales prioridades nacionales. Esto significa que China está redoblando los esfuerzos para alejarse de las empresas extranjeras, y es probable que el resultado será un séquito de gigantes nacionales y una lenta congelación de sus competidores en el extranjero.
Así como el Gobierno de Estados Unidos está comenzando a tratar de refrenar, o incluso dividir, a las grandes empresas de tecnología bajo la creencia de que tienen demasiado poder, China va en la dirección opuesta. Deberíamos esperar ver más dinero, más favoritismo político y más atención de los partidos con el fin de garantizar el establecimiento de grandes firmas exitosas de chips y software.
El Quinto Pleno del XIX Comité Central del Partido Comunista Chino concluyó el jueves asignándole a la nación, entre otras cosas, la tarea de desarrollar la autosuficiencia y forjar su poder tecnológico. El resultado será un enfoque más insular de la industria y el comercio a medida que Pekín fortalece un mercado interno robusto para que aquellas empresas prometedoras fabriquen sus productos.
Las compañías extranjeras, especialmente las de semiconductores, software o materiales, que aún creen que China es un negocio viable a largo plazo, se engañan a sí mismas. Solo aquellas que suministren productos y servicios cruciales que no estén disponibles localmente tendrán una oportunidad de acceso sostenido al mercado, e incluso solo hasta que aparezca una alternativa nacional. Intel Corp., Nvidia Corp. y Microsoft Corp. deberían tomar nota. Apple Inc. y Alphabet Inc. deberían ser cautelosos. Mientras tanto, los proveedores de equipos, productos químicos y software utilizados para diseñar y construir chips deberían disfrutar su situación actual, porque los buenos tiempos no durarán, si Pekín puede evitarlo.
