Las negociaciones entre la Unión Europea y el Reino Unido para llegar a un acuerdo sobre su relación “posbrexit” quedaron ayer al borde del colapso, al punto que los máximos dirigentes señalaron que superar las diferencias “será muy difícil” y un fracaso del diálogo es “muy probable”.
La presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, y el primer ministro británico, Boris Johnson, mantuvieron en la noche de ayer un nuevo contacto telefónico, y en esa charla admitieron las dificultades.
“Nos alegramos de los avances sustanciales logrados en muchas cuestione” pero aún quedan por salvar grandes diferencias, en particular en materia de pesca' y superarlas será muy difícil, señaló Von der Leyen en una nota oficial.
En tanto, en una declaración la oficina de Johnson señaló que parece muy probable que no se llegue a un acuerdo a menos que la posición de la UE cambie sustancialmente.
“ Nos alegramos de los avances sustanciales logrados en muchas cuestione” pero aún quedan por salvar grandes diferencias, en particular en materia de pesca”.
Ursula von der Leyen, presidenta de la Comisión Europea.
De acuerdo con el gobierno británico, la postura de la UE en materia pesquera simplemente no es razonable, y para alcanzar un acuerdo Bruselas tendría que cambiar de enfoque significativamente.
En materia pesquera, Londres no puede aceptar una situación en la que sería el único país soberano del mundo sin control del acceso a sus propias aguas, apuntó el gobierno.
Por ello, añadió, las negociaciones estaban en una situación muy seria.
En una reunión con legisladores, el principal negociador de la UE, el francés Michel Barnier, había dicho que cerrar un acuerdo este viernes era “difícil pero posible”, en una jornada en que todo el proceso quedó bajo presión del Parlamento Europeo.
En una declaración, los bloques políticos en el Parlamento anunciaron que están dispuestos a mantenerse listos para analizar el eventual acuerdo antes del 31 de diciembre, pero únicamente si el entendimiento es alcanzado hasta el fin del domingo.
La cuestión de los derechos pesqueros, sin embargo, seguía siendo motivo de desacuerdo, aunque Bruselas aceptó explícitamente que el Reino Unido tiene derechos soberanos sobre sus aguas territoriales.

