El mayor placer de sus dueños es ver cientos de turistas que diariamente se pasean entre sus jardines para disfrutar de la belleza de flores multicolores y oler el perfumado aroma en el ambiente de sus floreados y olorosos jardines. Bordeando las faldas del Volcán Barú, en Boquete, conocida como la tierra de las flores y la eterna primavera, se encuentra este jardín que es parte de una residencia privada en la que sus dueños permiten a los turistas entrar y recorrer sus vistosos predios.
La idea fue concebida por los propietarios Eduardo González (92 años) y Marta Halphen de González (75 años). Según Trinidad Vega, con 38 años de administrar Villa Marta, como se llama la finca, somos felices al recibir tantos turistas. Sólo esperamos de los visitantes su buena voluntad y que no le hagan daño a las flores ni a la casa.
Villa Marta es el único jardín con flores de semejante magnitud en Boquete que está abierto al público durante todo el año. Las flores no están a la venta, sino para admirarlas. Las puertas siempre están abiertas de 9 a.m. a 6 p.m. Al llegar a la residencia privada de Villa Marta, el visitante se encuentra con un sugestivo y gran letrero en la entrada principal en que se lee, Mi jardín es su jardín. Luego puede comenzar a pasear entre hortensias, novios, lirios, rosas, salvia, begonias, petunias y suspiros con sus colores rojo, amarillo, morado, rosado, blancos, celestes y rojo intenso, que se confunden entre la neblina, el bajareque, el frío y el olor a los pinos centenarios que rodean el área.
Sus dueños viven seis meses en Estados Unidos y seis en Boquete. Son 12 los trabajadores que todo el año atienden a los turistas, al tiempo que mantienen los puentes, las áreas verdes y el riachuelo que atraviesa la finca, y cuidan los peces carpa con sus colores rojo y dorado brillante que mantienen en un estanque.
Son casi tres hectáreas sembradas de flores que cultivan, primero, en viveros, para luego trasplantar armoniosamente en las áreas libres. El jardín combina especies de Estados Unidos con plantas nacionales. El visitante encontrará flores durante todo el año, pues los trabajadores se encargan de sembrar plantas que florecen en las distintas épocas. En Villa Marta hay, además, un mirador y un parque para que los niños se diviertan.
La residencia de la familia González está acondicionada para que vayan de vacaciones sus hijos Alberto, Rodrigo y Marta, sus esposas y nietos. Los cuartos están identificados con nombres de flores.
Y si es devoto de la Virgen María y del Cristo, allí hay una pequeña pero confortable capilla, levantada a la orilla del cristalino riachuelo, en donde puede orar.
Sólo entre, admire y disfrute las maravillas del sitio. A los lugareños, el jardín les hace recordar el poema del bardo chiricano Santiago Anguizola Delgado cuando escribió en su Canto a Boquete: como al conjuro de poder divino/ hay colores y aromas en derroche/ en jardines, como los de Aladino/ sacados de las Mil y una Noche.





