OPINIÓN. La Organización para la Cooperación y Desarrollo Económico (OCDE) divulgó, recientemente, los resultados de la última prueba educativa PISA, nombre que corresponde con las siglas del programa según se enuncia en inglés: Programa para la Evaluación Internacional de Alumnos.
El objetivo de este proyecto es evaluar la formación de los alumnos de 15 años de edad. La prueba mide los niveles de comprensión en lectura, matemáticas y ciencias, destrezas esenciales para desarrollar la capacidad de continuar aprendiendo a lo largo de la vida. La muestra la conforman 34 países miembros de la OCDE y 41 participantes adicionales, incluyendo países de América Latina. Los resultados son reveladores y ratifican lo ya conocido sobre Panamá.
Es angustiante ver que nos encontramos entre los peores de la muestra, a solo tres lugares del último, lo cual es otro campanazo de alerta para la ciudadanía.
En su análisis The Economist menciona el caso de Panamá, concluyendo que más de una tercera parte de estudiantes de 15 años de edad son casi analfabetas, con capacidad de comprender solo los textos más simples. Esto evidencia que la sociedad panameña tiene un gravísimo problema, y es responsabilidad de todos enfrentarlo con valentía y compromiso.
Este fracaso no es solo atribuible a los distintos gobiernos que hemos tenido, ya que es responsabilidad de todos, pues estamos privando a la mayoría de jóvenes a acceder a más y mejores oportunidades, castigando a los más vulnerables de nuestra sociedad, negándoles un mejoramiento de calidad de vida.
Debemos tomar la meta como país de aspirar al mejor puntaje de América Latina en cinco años, y a estar entre los 10 primeros del mundo en 10 años. Ello requiere un país comprometido con sus hijos, dispuesto a transformar la educación de forma profunda, a reinventarse las veces que sea necesario y asumir una posición de autocrítica humilde y continua.
Al estudiar los resultados de la última prueba PISA, vemos casos alentadores de nuestro continente hispano, como lo son Chile y Brasil, de los cuales podemos aprender, así como también podemos informarnos de los casos de continuo retroceso, incluidos en el informe PISA publicado en el sitio web de la OCDE.
Si aspiramos a ser un país sosteniblemente próspero y más justo, tenemos que modernizar la educación pública. Nuestra juventud tiene derecho a buscar su felicidad, para lo cual debemos proporcionarle las herramientas necesarias que le permitan acceder a ella por su propia iniciativa y libre albedrío.
