El fin de semana pasado, el periódico británico Sunday Times publicó su lista anual de los más ricos del país. Hasta ahora era el duque de Westminster, cuya fortuna se estima en 5 mil 500 millones de libras (9 mil 800 millones de dólares).
Ya no.
El duque ha sido relegado al segundo lugar por Roman Abramovich, el multimillonario ruso del petróleo de 37 años, cuya fortuna se estima en 13 mil 364 millones de dólares.
El cambio refleja la forma en la que la riqueza está cambiando en el Reino Unido y en el mundo.
Los dos hombres no podrían ser más diferentes, y los caminos por los que llegaron a sus respectivas fortunas fue también distinto.
El duque, como su título indica, heredó su dinero. Su familia es propietaria de las fincas donde está asentada la mayor parte del centro de Londres. A medida que Londres se ha vuelto más rico, también se ha enriquecido la familia Westminster.
Abramovich, que compró el club de fútbol Chelsea el año pasado, ha sido esculpido de una piedra mucho más dura. Hizo su propia fortuna durante la caótica venta de activos estatales tras el colapso de la Unión Soviética. Abramovich ganó control de OAO Sibneft, el quinto productor de petróleo de Rusia.
Como en Gran Bretaña, la corona mundial también podría cambiar pronto de dueño.