¿Qué tan descabellado sería encontrarnos con una Centroamérica unificada de la misma manera que lo está haciendo Europa desde 1993, cuando nació la Unión Europea?
La propuesta, por más irrisoria que suene, dadas las desmedidas proporciones entre la cuna de la civilización y la cuenca del Caribe, tiene algunos vestigios que señalan un camino de mediano y largo trecho que camina en esa dirección.
“La verdad es que no es descabellado”, sentencia el salvadoreño Hugo Martínez, cabeza del marco institucional que busca poco a poco darle fondo y forma a una posible Unión Centroamericana: el SICA (Sistema de Integración Centroamericana).
Es este el mecanismo que desde que se firmó el protocolo de Tegucigalpa en 1993 busca la unificación de normativas y apoyo interinstitucional entre los Estados de Panamá, Costa Rica, Nicaragua, El Salvador, Honduras, Guatemala y República Dominicana.
“De hecho son procesos gemelos”, retoma Martínez. “Aunque comprendiendo que Europa no tuvo los conflictos internos regionales que nosotros tuvimos en la década de 1970 y 1980, y por lo tanto pudo avanzar con mayor facilidad”.
Mientras Europa se pone a sí misma en una prueba de superación tras ser durante décadas el conglomerado de Estados excelsior, ahora lucha por volver a esa dorada y añorada etapa.
Media vuelta al mapamundi y el escenario también es de pruebas y retos distintos para la región entera. Centroamérica lucha contra el narcotráfico y la garantía de los servicios básicos, mientras que Latinoamérica sirve de ancla como socio comercial para muchos socios en apuros.
En ese escenario en que Martínez, quien deja la secretaría general del SICA en los próximos meses, habla de un modelo de integración “con un alto componente de intergubernamentalidad, pero también con varios estamentos de supranacionalidad. Como es de esperarse, es un proceso que aparte de tardar años, requiere de la voluntad de los mandatarios de la región”, apuntó el que será el canciller del presidente electo de El Salvador, Salvador Sánchez Cerén.
“Hemos planteado un debate a los presidentes que, si bien es cierto, debemos continuar su modelo mixto, y ejecutando todas nuestras políticas y nuestras proyecciones en base a ese modelo. Pero los presidentes deben decidir qué tipo de integración queremos y necesitamos al mediano y largo plazo”, matizó Martínez.
Sin embargo, escoger mayores niveles de integración como lo es una misma moneda manejada por un Banco Central, y otra multiplicidad de instituciones supranacionales, debe alimentarse de un modelo mixto, “bastante arraigado y que está cumpliendo varios desarrollos tanto en el componente político, como el componente social y el componente económico”, apuntó Hugo Martínez.
Año a año, el SICA trabaja para fortalecer la seguridad; la gestión integral de riesgo y cambio climático; la integración social y lucha contra la pobreza; la integración económica y el fortalecimiento institucional.
