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Enfoque

¿Reactivar o reconstruir la economía?

Para hacer frente a la Covid-19, Panamá implementó las más severas medidas de confinamiento de Latinoamérica, que resultaron en, proporcionalmente, la mayor devastación económica y laboral de la región. A lo largo de estos 10 meses de pandemia hemos recibido una dosis diaria y sistemática de información sobre contagios, muertes, hospitalizados, disponibilidad de camas, etc., que dan cuenta detallada de la evolución de la crisis sanitaria.

Pero de la “otra” pandemia, que apenas comienza, sólo se habla en términos generales.

El producto interno bruto (PIB) panameño cayó 38.6% en el segundo trimestre, 23.6% en el tercer trimestre en relación a los mismos periodos de 2019, y según el más reciente informe laboral del Instituto Nacional de Estadística y Censo (INEC) al 30 de septiembre del 2020 se perdieron habían perdido 288,951 empleos, 15% de la población ocupada. En una economía con empleos 70% presenciales y que genera un promedio de 45 mil empleos anuales, llevará más de 6 años recuperarlos.

La planilla estatal no disminuyó. La totalidad del impacto laboral lo recibió el sector privado, que perdió 257,960 empleos formales, acentuando la contracción que inició en el 2013, cuando ésta representaba 53% de lo empleos del país, para caer a 38% en el 2020 (una pérdida de 15 puntos porcentuales en 7 años).

Unos 3 de cada 4 empleos perdidos estuvieron en el comercio, agricultura, construcción, turismo y logística. 4 de cada 5 trabajadores que perdieron sus fuentes de ingreso ganaban menos de $750 mensuales y tenían menos de 11 años de escolaridad, por lo que la devastación laboral ocasionada por la pandemia la están sufriendo principalmente trabajadores humildes, particularmente jóvenes y mujeres.

Hay indicios de que la devastación laboral es mayor. Según la Contraloría, en octubre de 2020 viajaron 56% menos pasajeros en el Metro y 53% menos en Mi Bus en comparación a octubre 2019. Cabe destacar que el tráfico en ambos medios de transporte está representado mayoritariamente por trabajadores, ya que los estudiantes son sólo 1.06% de los pasajeros del Metro y 2.45% de Mi Bus.

Por otro lado, una encuesta de UNICEF, publicada el 18 de diciembre 2020, señala que el 75% de los hogares panameños han visto una reducción en sus ingresos, producto de la pandemia. Finalmente, según información de esta entidad, los ingresos de la Caja del Seguro Social (CSS) disminuyeron en un 40% en relación al 2019.

Todos estos indicadores parecen sustentar los temores de que la crisis laboral no ha tocado fondo.

Por otro lado, Panamá genera principalmente empleo informal. En la última década (2010-2020), 92% de todos los empleos generados fueron informales (en 2019 fue 100%).

Hoy, los informales aportan 53% de la población ocupada no agrícola, y 44% de todos los empleos del país, superando a los trabajadores asalariados privados (38%) y funcionarios públicos (18%), por lo que representan el mayor grupo poblacional en la estructura laboral del país.

La Organización Internacional del Trabajo (OIT) define empleo informal como “empleo no protegido”, es decir, trabajadores que no tributan sobre la renta devengada en el empleo informal y sin acceso a la seguridad social, lo cual incluye a los empleados de empresa privada sin contrato de trabajo, trabajadores por cuenta propia (aunque coticen a la Caja del Seguro Social y paguen impuestos), patronos, cuyas empresas cuenten con menos de cinco empleados, empleadas domésticas y personas que prestan servicio doméstico y trabajadores familiares.

La única manera de tener un empleo formal es estar “emplanillado”.

La generación de empleo será un reto, no sólo para superar la destrucción de empleo del 2020. En los próximos 5 años la población económicamente activa (PEA) crecerá aproximadamente en 375 mil personas.

Esto sugiere que si para alcanzar un 15% de desempleo en 2025 (3.5 puntos menos que la tasa actual) será necesario crear 55 mil empleos por año (10 mil más que el promedio histórico).

Sin embargo, disminuir el desempleo al 10% a finales del 2025 requerirá la generación de 77 mil empleos anuales por 5 años.

La economía comienza lentamente a recuperarse, pero reparar la catástrofe ocasionada por el virus requerirá pensar en reconstrucción, más que reactivación. Al margen de las buenas intenciones y diferencias políticas e ideológicas, es hora de encarar realidades y explorar posibilidades reales.

El autor es asesor empresarial y especialista en el mercado laboral


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