El saludo es un acto de cortesía, amabilidad y, sobre todo, de demostración de buenas costumbres, que tiene un gran valor simbólico al inicio de una relación profesional con su cliente.
Con un saludo adecuado demostramos empatía e interés por nuestros consumidores y los hacemos sentir importantes.
Si esto lo tenemos claro, entonces ¿por qué nos cuesta tanto a la mayoría de los panameños saludar apropiadamente? Todo queremos resolverlo con un simple “Buenas”, que dicho sea de paso no es un saludo, es una mala práctica que alguna vez copiamos de alguien que sabe menos que nosotros.
Lo cierto es que de esta forma demostramos nuestra incultura y desaprecio con el cliente y hasta con nuestra lengua materna de Castilla.
La forma correcta de saludar a las personas y más aún a nuestros clientes es dándole la importancia que tienen las diferentes fases del día, es decir: ¡buenos días!, ¡buenas tardes! o ¡buenas noches!
Pero, más aún le faltamos al respeto cuando pretendemos vincularlo rápidamente a nuestro círculo de amistades, tuteándolo o llamarlo por su nombre, e incluso hasta abusivamente dirigirse a las damas con un “reina”, “mami”, “tía” o “joven” y a los varones “licenciado” o “jefe”.
Jamás se debe llamar a un cliente por su nombre o siquiera antecediendo el título de señor al nombre. El título de señor antepuesto al apellido es la forma correcta de saludar a un cliente siempre y cuando conozcamos su apellido, de lo contrario, solo le llamaremos señor, señora o señorita, porque es la mayor demostración de respeto y aprecio para todos nuestros clientes por igual.
Ser corteses y decentes con nuestros clientes no solo nos traerá beneficios, sino que además nos destacamos como profesionales del servicio y nos evitará caer en prácticas de abusiva confianza que al final repercute hasta en las ganancias de la empresa.
