Luego de un 2018 muy irregular, en el cual la imagen del mercado panameño fue afectada por vender combustible con conteniendo que dañó máquinas y causó pérdidas millonarias, el 2019 empezó con buen pie. La segunda mitad de este año nos ha llevado a estar a la puerta de batir récords. Panamá y su industria se prepararon a tiempo para los cambios en las características de los combustibles marinos impuestas por la Organización Marítima Internacional (OMI). La norma busca disminuir el contenido de azufre en los combustibles, y por ende, causar menos contaminación. Para implementar esta regla, tanto las barcazas, terminales y actores del mercado, idearon y pusieron en ejecución sus planes. El cambio implica una limpieza exhaustiva de los tanques y líneas de carga por donde pasará el producto, para evitar contaminaciones. Este es un proceso que toma entre 10 y 21 días, dependiendo del caso. Como Panamá se adelantó y tenía el producto disponible, la demanda ha causado efectos extremadamente positivos.
El combustible bajo en azufre es menos viscoso y más fácil de bombear, por ende la entrega es más eficiente. El mayor crecimiento se ha dado en el numero de entregas, el cual suele rondar entre las 400 y 600 por mes, pero en noviembre alcanzó 815 entregas, que la flota de barcazas pudo atender sin inconvenientes. Es una cifra que merece un análisis. Debido a las limitantes del nuevo producto a ser mezclado con otros, por problemas de contaminación, las empresas han destinado una barcaza a cada uno de los productos, y al estar en un momento cercano a la transición a un nuevo combustible, cuyo costo es casi el doble, los dueños de los buques están comprando ambos productos para utilizar el económico hasta el último momento. Junto con esta demanda anómala, muchas de las barcazas que sirven el mercado están en el proceso de reconversión. Es interesante ver que según pasan las semanas, el mercado, que inicialmente se dividiría en 3 productos — el fuel oil tradicional, el bajo en azufre y una porción que utilizaría diésel—, debido a la inesperada buena disponibilidad del producto bajo en azufre, el mercado se convierte casi totalmente en bajo en azufre y en algo de producto tradicional. La demanda ha causado demoras de hasta dos días por la complejidad de tener que suplir con más de una barcaza a un mismo cliente. Los otros centros líderes de bunker en el mundo están experimentando escenarios similares de adaptación, con retrasos que superan incluso una semana. Ni que hablar de la volatilidad de los precios, los cuales, dependiendo del puerto, presentan cambios, de un día a otro, de $20 y hasta $45 por tonelada. Por otro lado, el diferencial de precios entre el combustible nuevo y el viejo, en promedio es de unos $260, es decir, un 68%. Sin embargo, cuando analizamos a cuatro centros de bunker del mundo, el diferencial es de casi $320, casi un 100%. Muchos se preguntaran si este nuevo costo nos afectará como individuo, y la respuesta es fácil, si el costo de combustible de las naves se duplica, es lógico pensar que en 2020 habrá un muy fuerte incremento de los fletes en el mundo, y por ende esto se traducirá a los precios que pagaremos en productos y bienes importados. En definitiva, Panamá y su mercado han aprovechado esta oportunidad y una vez más, una fuerte amenaza, como era esta regulación de la OMI, se convirtió en una oportunidad.
