La fascinación que la cultura popular tiene con los bandidos antecede al narcocorrido, al reguetón, y a las caponovelas, ya que desde siempre ha existido una curiosidad morbosa por los forajidos y el mundo de lo clandestino. En sus ribetes actuales decenas de miles de latinoamericanos mueren cada año en guerras territoriales en las villamiserias, favelas y zonas rojas del continente para que la droga llegue al norte del hemisferio. Hollywood haría mucho bien en recordar que los “derechos y opciones” de consumo que van de la mano con el hedonismo de California, tienen en el sur del continente un duro precio, que pagamos todos los habitantes de esta región con altas tasas de homicidios, corrupción e inseguridad ciudadana para que las drogas crucen el río Grande. Aquí, los enemigos públicos y los carteles no se acaban cuando aparecen los créditos en la pantalla, ni los capítulos son suministrados en dosis episódicas semanales. De allí la enorme responsabilidad que tiene la cuna del cine y la televisión mundial de dejar de celebrar el culto al narcotráfico y devolverle la dignidad a todas la víctimas de este flagelo.
hoyporhoy
11 ene 2016 - 05:25 AM
