Al caracterizar la salida del poder de Aristide, Noriega no habló de golpe sino de "un proceso constitucional" puesto en marcha por "la renuncia [de Aristide] y su exilio auto-impuesto".
Ese exilio, mientras tanto, ha causado protestas en la República Centroafricana, que ha acogido a Aristide sólo temporalmente. Cuando La Prensa preguntó ayer al Departamento de Estado si todavía es posible que Aristide termine asilado en Panamá, un portavoz opinó que "será mejor hacerle esa pregunta a los funcionarios panameños".
El Gobierno estadounidense, precisó el funcionario, ya no está buscándole asilo a Aristide.
"El está libre de ir donde quiera", puntualizó el portavoz del Departamento de Estado.
En la audiencia de ayer ante el Subcomité de Relaciones Internacionales de la Cámara de Representantes, el subsecretario Noriega defendió el manejo que el gobierno de George W. Bush ha dado a la crisis en Haití. Estados Unidos, aseguró Noriega, "es y seguirá estando firmemente comprometido con la democracia en Haití".
Noriega cuestionó la legitimidad de Aristide, afirmando que las elecciones que lo instalaron en la presidencia de Haití fueron muy dudosas y que su conducta en la presidencia fue "errática", "irresponsable", "violenta", "corrupta", "ineficaz" y abusiva de los derechos humanos. Como han hecho otros funcionarios estadounidenses, Noriega negó que la salida de Aristide fuera por exigencia de EU.
Esta perspectiva fue respaldada por los miembros republicanos del Comité, que describieron a Aristide como "un dictador brutal" cuyo gobierno había estado involucrado en el narcotráfico.
