Abandonamos el lugar e intentamos llegar a la Presidencia de la República. Al llegar al Parque de la Independencia advertimos la imposibilidad de lograr nuestro objetivo: la plaza estaba ocupada por militares alzados, y alguien nos informó que ya habían tomado el Palacio Presidencial. Al dirigirnos a las afueras pasamos por la sede de la Policía Secreta. En ese instante, elementos militares golpistas rodeaban el edificio y tomaban posiciones para su asalto.
En busca de información pasamos por las oficinas de Radio Mía donde no había nadie, y después por Radio Unión. Allí encontramos a Ramón Fernández D., y más tarde llegó su dueño y director, el Gallego Miranda. Continuamos intentando tener noticias de diversas fuentes para ver lo que ocurría, y si el gobierno había tomado alguna decisión. Por fin localizamos a Augusto Samuel Boyd, quien nos dijo que un grupo, con el fin de informarse, se estaba reuniendo en la embajada de Estados Unidos (EU). Miranda nos llevó allí en su auto. En el vestíbulo, David Lazzard y Harry Ackerman nos informaron que el presidente Arias se encontraba en la estación de Policía de Balboa, y que quería reunir allí a los miembros de su gabinete. Porque era tarde y mi esposa tendría que regresar manejando sola, decidí seguirla hasta la casa y después continuar a Balboa en un auto de un empleado de la embajada.
Huéspedes en la estación de Policía
Al llegar a la estación de policía de Balboa, cerca de las 11:00 p.m. encontramos, en la oficina lateral al Dr. Arias, acompañado por algunos de sus ministros y altos funcionarios, quienes se habían congregado al conocer que el Jefe del Estado se encontraba allí. El presidente Arias manifestó que era su propósito mantener contacto con los miembros del Gabinete para adoptar las medidas que las circunstancias indicaran. Se unió también al grupo el vicepresidente Arango; el vicepresidente Bazán se encontraba en Colón. El ministro Augusto S. Boyd, quien guardaba cama por enfermedad, llegó a Balboa a pesar de una alta fiebre que lo aquejaba. En las oficinas de la policía de Balboa, por medio de comunicaciones telefónicas, radiales y mensajes personales, pudimos formarnos una impresión de lo que ocurría en Panamá. De manera atenta y con gran diligencia nos acompañaban los señores Ebbo Everson, Calloway y Seddon, funcionarios de dependencias del gobierno estadounidense en el Istmo. Una vez reunidos los miembros del Gabinete, y acompañados por algunos amigos, fuimos trasladados a otro sitio, ya que resultaba inconveniente e incómoda nuestra permanencia en dicha estación de policía.
En la calle Ridge
En varios autos, el grupo que acompañaba al presidente Arias fue trasladado a un edificio de habitación estilo chalet, ubicado en el extremo de la calle Ridge, en Balboa Heights. El local estaba totalmente desocupado, inclusive de muebles, salvo algunas pocas sillas. Allí, tuvimos oportunidad de cruzar opiniones e intercambiar informes con algunas personas que llegaron procedentes de Panamá, estableciendo los orígenes y acciones del cuartelazo, e informarnos de los acontecimientos de esa noche. La falta de justificación, y la forma traicionera como se desarrolló el golpe de Estado indicaban que el gobierno legalmente constituido tenía el deber de seguir procediendo como tal, y por eso debíamos mantenernos reunidos.
La primera confrontación
A las 2:00 a.m. del 12 de octubre, se presentó a la residencia de la calle Ridge el Secretario Ejecutivo de la Zona del Canal, señor Paul Runnestrand, quien en forma cortés manifestó su preocupación por los acontecimientos, y su deseo de asistirnos. Enseguida solicitó al Dr. Arias la oportunidad de conversar con él, planteándole la necesidad de que él, y sus acompañantes llenaran los correspondientes formularios solicitando asilo en la Zona del Canal. A la solicitud de Runnestrand el Dr. Arias manifestó en forma categórica que "él era el Presidente de la República de Panamá, que la Zona del Canal es territorio panameño, y que bajo ninguna circunstancia pediría asilo o firmaría ninguna solicitud como la presentada". Añadió el Dr. Arias que "si el propósito de las autoridades zoneítas era considerarlo como asilado político, él abandonaría inmediatamente la Zona del Canal, e iría a Panamá".
La actitud decidida del Presidente Arias hizo que Runnestrand desistiera de su objetivo, manifestando que no era necesario que saliera de la Zona del Canal, ya que les preocupaba su seguridad pues él era el Presidente de Panamá.
Después que se estableció que el Dr. Arias estaba allí en su condición de Presidente, y no como asilado político, se acordó que nuestro grupo sería trasladado a otro lugar en calidad de huéspedes de las autoridades zoneítas. De ese modo, casi a las 3:00 a.m., nos trasladamos al edificio 630 en Balboa Heights, lugar que sería la sede del Gobierno constitucional de Panamá durante los próximos días.
Las primeras gestiones
Desde bien temprano, en la mañana del sábado 12 de octubre, el Dr. Arias inició gestiones para poner fin a la insurrección golpista. Antes de las 6:00 a.m. lanzaba un manifiesto al país, por conducto de Radio Mía, en declaraciones formuladas telefónicamente a su director Ramón Pereira P.
Desgraciadamente la ocupación y censura de las estaciones de radio por efectivos de la fuerza pública impidieron que se radiodifundieran las exhortaciones.
En la mañana del sábado regresaron al Istmo el gobernador Leber y el embajador Adair, quienes estaban el día anterior en Washington. Estos funcionarios salieron para Panamá al tener noticias de lo ocurrido, y tan pronto llegaron a Balboa se entrevistaron con el Dr. Arias. El general Porter, jefe del comando sur del ejército de Estados Unidos, tampoco se encontraba en el Istmo.
La primera gestión del Dr. Arias fue solicitar la cooperación de las autoridades norteamericanas para que por conducto de oficiales del ejército disuadieran a los militares rebeldes de sus propósitos golpistas. Alegaba el Dr. Arias que en vista de las relaciones existentes entre militares estadounidenses y panameños, surgidas del hecho de que la Guardia Nacional había sido entrenada, organizada, armada y financiada por el gobierno de EU, podría lograrse que el sentido de responsabilidad y respeto a la Constitución y a la ley prevalecieran entre los militares gestores del cuartelazo. La gestión no progresó.
Presentó el Dr. Arias a los señores Adair y Leber la solicitud formal del Gobierno constitucional de Panamá de obtener de Estados Unidos armas y elementos bélicos para debelar la revuelta, armando para ello al pueblo. En este sentido, el Dr. Arias expresó que "si el gobierno de Estados Unidos había facilitado toda clase de ayuda y armas a la Guardia Nacional, como dependencia y a solicitud del gobierno panameño, él, como jefe constitucional del Estado panameño solicitaba igualmente ayuda material a fin de hacer prevalecer la Constitución y las leyes de la República".
En el mismo sentido solicitó el Dr. Arias asistencia y facilidades para organizar y entrenar en la Zona del Canal personal panameño leal al Gobierno constitucional, en la misma forma que habían entrenado a elementos de la Guardia Nacional.
Como los representantes del gobierno de EU no mostraron disposición de atender las solicitudes antes mencionadas, el Dr. Arias pidió consentimiento de los señores Leber y Adair para usar un aeropuerto de la Zona para traer armas procedentes de un tercer país, específicamente Francia y Costa Rica. A esta solicitud también se negó EU.
En relación a la posibilidad de solicitar la intervención en Panamá del gobierno de EU, el Dr. Arias jamás hizo gestión en ese sentido, que pudiera suponer intervención de ese país en Panamá. No obstante que algunas personas mencionaron situaciones como las de Líbano y Santo Domingo, como antecedentes que podrían tomarse en cuenta en la situación panameña. Tanto el Dr. Arias como el canciller Solís manifestaron (terminantemente y como una cuestión de principios) su oposición a cualquier posibilidad de solicitar la intervención extranjera en cuestiones internas aunque ello significara el restablecimiento del orden constitucional.
Ante las negativas de EU a las gestiones del Dr. Arias, sólo cabía ahora la acción directa con los medios disponibles para la resistencia, y a ellos apeló el presidente Arias. Mientras tanto, el secretario Rusk expresaba su "profunda preocupación por los acontecimientos", y el gobierno de EU suspendía relaciones con Panamá. La prensa norteamericana anunciaba que "Arias y su gabinete reciben la protección de la policía de la Zona del Canal" añadiendo que "se temía que el Dr. Arias lanzase a sus seguidores a la lucha callejera". (New York Times).
Ante la realidad
Durante los días sábado y domingo, 12 y 13 de octubre, los militares golpistas consolidaban su posición. A ello contribuyeron, entre otras circunstancias, su normal posesión de armamentos y la imprevisión del Gobierno constitucional, ambas cosas favorables a la acción militar por parte de los subversivos. La sorpresa y confusión que prevalecieron en la comunidad, con todos los medios de comunicación silenciados, organización y capacidad de represión de los elementos insurgentes -dotados de toda clase de implementos y artefactos bélicos y de comunicaciones- ausencia de reacción popular frente a la fuerza bruta de las armas, falta de liderazgo para la resistencia, temor, convencimiento de la imposibilidad de actuar frente a un ejército bien equipado; confusión política, existencia de un sector político que propiciaba el golpe en espera de que éste le sería beneficioso; desorden del nuevo gobierno de Arias que todavía no había llegado a constituirse debidamente lo que permitió que casi todos los cargos de autoridad política en la ciudad y en el interior continuaran ocupados por elementos desafectos al gobierno instalado el 1º de octubre.
Los descoordinados gestores del cuartelazo no mostraron al inicio ninguna coloración política y lograron atraer a sectores tradicionalmente opuestos a los militares, inclusive a elementos dirigentes en el movimiento estudiantil y de los grupos de izquierda, que llamaban gorilas a los militares.
Esta situación se extendió tanto al nivel municipal como al nacional y las entidades autónomas. Esa burocracia, controlada y dirigida por adversarios del Dr. Arias permitió el funcionamiento de las oficinas públicas y debilitó la posibilidad de una resistencia popular frente al golpismo. Resumiendo: El día del cuartelazo todavía el aparato gubernamental estaba en parte manejado por elementos contrarios al presidente Arias. Por eso, con el respaldo de la burocracia y los instrumentos de coerción militar, los golpistas asumen el control del Gobierno. El pueblo que con sus votos llevó al Dr. Arnulfo Arias al poder no supo consolidarse para lanzarse a la calle a defenderlo. Quizás faltaron líderes. Contribuyó el hecho de que para el 11 de octubre había surgido cierto grado de descontento entre algunos dirigentes que habían apoyado al Dr. Arias, resultante de decisiones políticas del Presidente durante los primeros días de su gobierno.
Con el inicio de las actividades normales a partir del lunes después del golpe se esperaba una reacción popular de resistencia y repudio, la cual no llegó a desarrollarse plenamente y fracasó.
El camino a seguir
Frente a la imposibilidad de obtener medios para organizar la resistencia en un país de población tradicionalmente civil, desarmada, y ante la posición de las autoridades estadounidenses que impedían obtener los medios de lucha, vía la Zona del Canal, el Dr. Arias consideró organizar la defensa de su causa en la provincia de Chiriquí, donde se suponía existían condiciones propicias y ofrecía la posibilidad de abastecimiento logístico desde el exterior. Se contempló la alternativa de llegar a Chiriquí por barco desde Balboa. Luego, como única posibilidad factible, el Dr. Arias se alistó para viajar hacia Chiriquí por vía terrestre. Cuando era inminente su salida, disfrazado, en un auto de una empresa comercial, con grave peligro por el número de retenes armados que debía atravesar, en la noche del lunes 15, un grupo de amigos íntimos logró convencerlo de que desistiera, en vista del enorme riesgo personal que suponía este viaje de Balboa a David, acompañado solamente por el ministro Sanchiz, Jacobo Salas y el teniente Crócamo.
En vista de que el Dr. Arias insistía en salir de la Zona del Canal y como ya las autoridades norteamericanas comenzaban a mostrar impaciencia por la presencia de exiliados panameños en esa área, se hicieron gestiones para lograr que las autoridades zoneítas facilitaran los medios de transporte por aire para trasladar al Dr. Arias a Costa Rica.
En reunión celebrada con el gobernador Leber - ya el embajador Adair evitaba tener más contactos con el Dr. Arias - el Presidente manifestó su decisión de viajar a Villa Nelly o Golfito, en Costa Rica. Argumentando primero que los aeropuertos de esos lugares eran muy pequeños, y después, que se necesitaba el permiso de Costa Rica, las autoridades estadounidenses manifestaron que estaban dispuestas a trasladar al Dr. Arias a San José, previo consentimiento del gobierno de Costa Rica. Esta decisión había sido consultada por el gobernador Leber con el subsecretario de Estado, y el encargado de asuntos latinoamericanos del gobierno de Estados Unidos.
Con la intervención de amigos en Costa Rica como Rafael Calderón Guardia, en conversaciones telefónicas, se gestionó ante el presidente Trejos permiso para ir a Golfito, el cual no fue otorgado, ya que el gobierno tico, ahora sólo aceptaba al Dr. Arias como asilado y en la capital josefina. En virtud de tal impasse el Dr. Arias desistió de su propósito de ir a Costa Rica, y permaneció en la Zona del Canal, contrariando visiblemente a las autoridades norteamericanas. El New York Times informó en su edición del 16 de octubre: "El gobierno de Estados Unidos ha virtualmente solicitado a otros miembros de la OEA que ofrezcan asilo al Dr. Arias, alegando temores por su seguridad personal". El día 17, el mismo diario neoyorquino informaba que "según informes fidedignos la presencia del Dr. Arias en la Zona del Canal era fuente de dificultades para las autoridades norteamericanas". Ya anteriormente, el día 14, el Times había publicado que "la Junta Militar de Panamá está disgustada por la presencia de Arias en la Zona del Canal y ha formulado protestas ante las autoridades zoneítas". Todo esto ocurría cuando no existían aún relaciones entre Panamá y Estados Unidos.
Actos de reafirmación nacional
Mientras que el Dr. Arias gestionaba su salida de la Zona del Canal hacia Costa Rica e intentaba organizar la resistencia civil, realizaba en territorio panameño de la Zona del Canal actos que tenían por objeto la reafirmación de la soberanía panameña en ese territorio y que indicaban la existencia de un Gobierno constitucional. Con tal propósito celebró en Balboa una reunión de la Asamblea Nacional, varias sesiones del Consejo de Gabinete, y recibió en audiencia a varios enviados diplomáticos extranjeros, entre ellos M. Chambon, embajador de Francia.
Todo lo anterior se realizó con la mayor dignidad y formalidad, pues era la tesis del presidente Arias que, en su calidad de Presidente Constitucional de la República, mediara o no una traición castrense, le era posible realizar en territorio panameño todas esas gestiones propias de un Jefe de Estado. A las observaciones que le formularon de que él estaba desarrollando en la Zona del Canal actos de naturaleza política, Arnulfo Arias alegó que "él era el Presidente de Panamá, y que donde está el Presidente hay política porque su existencia es esencialmente política".
Huéspedes con restricciones
Con el transcurso de los días la situación de los "huéspedes" panameños en la Zona del Canal se hizo más difícil. Por una parte las autoridades zoneítas mantenían toda clase de facilidades en la residencia asignada al grupo panameño, pero por la otra se hacía evidente que les preocupaba, y hasta les resultaba molesta nuestra presencia allí. El Dr. Arias fue trasladado a la Boca, en el sector ocupado por la Compañía Gulf Petroleum, donde era huésped de la familia Montaner.
Las cosas llegaron a complicarse por el "abuso" que algunos hicieron de la hospitalidad que se nos brindaba. También existía el problema de la "seguridad" de los huéspedes, y en ocasiones resultaba que su protección era una restricción a sus actos, situación que tendía a convertirlos en virtuales prisioneros pues era difícil explicar la condición de un huésped a quien se le restringen sus actos y se le vigila, aunque ello fuese para "garantizar su seguridad". En efecto, era muy difícil establecer la diferencia entre un huésped protegido y un huésped restringido en sus movimientos.
En el grupo panameño había plena conciencia de la situación y se advertía la presión que sobre los funcionarios zoneítas era ejercida tanto desde Washington como desde Panamá. La presencia de numerosos visitantes y espías en la residencia 630 en Balboa Heights y sus alrededores, y el hecho de que en distintos lugares de la Zona los panameños - como era inevitable - realizaran actos de naturaleza política eran fuente de nuevas fricciones, las cuales eran hábilmente abanicadas por periódicos manejados por la Junta Militar, donde se hacían toda clase de inculpaciones antojadizas y falsas a los panameños que estaban en la Zona del Canal.
El frente internacional
La circunstancia de que el presidente Arias permaneciera en la Zona del Canal dio margen a delicadas situaciones que deben ser cuidadosamente consideradas por los panameños. Las relaciones entre Panamá y Estados Unidos habían quedado suspendidas desde el 13 de octubre y el Presidente de Panamá estaba en la Zona del Canal como huésped del gobernador Leber.
En los contactos entre autoridades norteamericanas y el Dr. Arias, después de la entrevista del día 12 el embajador Adair no apareció más y todo fue manejado por el gobernador Leber. Mientras tanto, la Junta Militar, que consolidaba su posición interna, hacía desesperados esfuerzos para lograr el reconocimiento de los otros países, particularmente de Estados Unidos.
Para atender el problema de las relaciones exteriores, el Dr. Arias dispuso enviar una misión especial que tendría por objeto representar a su gobierno ante las autoridades de Washington, la OEA. y las Naciones Unidas. Esto era urgente porque su gobierno no había acreditado todavía sus representantes diplomáticos y en muchas embajadas aún actuaban funcionarios del gobierno anterior. La misión que proponía enviar el Dr. Arias estaría integrada por los señores Galileo Solís, Gilberto Arias, Julio Briceño, Jorge Illueca, César Quintero y Humberto Calamari. El gobernador Leber prometió facilitar los medios de transporte para trasladar la misión a Washington; desgraciadamente razones diversas demoraron el viaje y mientras tanto el gobernador desistió de su ofrecimiento y cambió de posición.
Entre tanto, el presidente Arias recibió la visita del embajador de España, Pan de Soraluce, quien, acompañado del gobernador Leber le comunicó que el gobierno del general Franco le brindaba la oportunidad de asilarse en España. Esta propuesta española fue enérgicamente rechazada por el Dr. Arias.
En relación al envío de la Misión a Washington el gobernador Leber mantuvo una posición confusa ya que inicialmente ofreció facilitar el transporte y luego indicó que gestionaría el salvoconducto de la Junta Militar para que sus componentes pudieran salir por Tocumen, después volvió al punto original de ofrecer el transporte.
Como alternativas se consideraron la salida de la Misión por vía marítima, haciendo el viaje por Puerto Limón, Golfito o Cartagena para seguir de uno de esos lugares a Estados Unidos. A medida que el tiempo transcurría surgían nuevas dificultades y los funcionarios de la Zona comenzaron a mencionar la falta de visas, pasajes, certificados de paz y salvo, los cuales eran negados por la Junta Militar, la que además de presionar a Leber, exigían y amenazaban a las compañías navieras a fin de impedir los viajes.
Salida del Dr. Arias
Urgido por la necesidad de enviar la Misión a Washington, el Dr. Arias insistió ante el gobernador Leber que le facilitara la salida de ésta, situación que fue aprovechada por Leber para proponer al Dr. Arias que el gobierno de Estados Unidos trasladaría la Misión a Washington si el Dr. Arias se comprometía a abandonar la Zona del Canal. El Dr. Arias contestó que "no era necesario adquirir ese compromiso porque él había decidido salir de la Zona, y que si no lo había hecho antes era por falta de medios de transporte". Leber insistió en un compromiso de parte del Dr. Arias en el sentido de que éste abandonaría la Zona. El Dr. Arias reiteró que él, o salía al exterior, o regresaba a Panamá, pues su decisión era no continuar en la Zona del Canal. El gobernador, ante la actitud del Dr. Arias mostró preocupación por su seguridad personal. Como solución se acordó que el Dr. Arias viajaría con la Misión a Washington. Esta quedaría constituida por los señores Illueca y Calamari. A última hora, por diferencia de opinión con las autoridades zoneítas, Illueca desistió del viaje.
El lunes en la noche el presidente Arias convocó a una reunión de Gabinete en la residencia del gobernador Leber e informó que en vista de la situación y ante su firme decisión de evitar una guerra civil, él había decidido abandonar la Zona del Canal y dirigirse a Estados Unidos a hacer las representaciones y denuncias del caso ante los organismos internacionales. Antes de salir, el Dr. Arias leyó unas declaraciones que entregó al gobernador Leber para que diera a conocer al público, cosa que aunque Leber así lo prometió, jamás hizo.
De Balboa Heights el Dr. Arias viajó en carro a Albrook Field y de allí, en helicóptero a Howard Field. Pasadas las 11:00 p.m. salió rumbo a Estados Unidos en un avión del ejército de ese país, acompañado por Jacobo Salas, Humberto Calamari, Hildebrando Nicosia y Paul Runnestrand.
Evolución en la posición de Estados Unidos
Para el futuro de las relaciones de Panamá con Estados Unidos y como hecho interesante en la política de ese país con la América Latina, conviene anotar cómo evolucionó la posición oficial norteamericana en sus relaciones con el gobierno del Dr. Arnulfo Arias, su persona y el grupo de funcionarios que lo acompañó a la Zona del Canal, y algunos de ellos al exilio.
En la noche de la traición, el 11 de octubre, el Dr. Arias, al llegar a la estación de Policía de Balboa era considerado Presidente de Panamá. La situación era incierta, y no se tenía conocimiento de lo que ocurría. De Balboa, el grupo panameño pasó a Balboa Heights como huéspedes del gobernador; luego como visitantes protegidos; más tarde como visitantes protegidos con restricciones, y, una vez que el Dr. Arias salió de la Zona, algunos de sus seguidores fueron requeridos a pedir asilo, y otros fueron puestos en cuarentena. Todos, posteriormente, fueron obligados a abandonar la Zona del Canal. Este proceso reflejó también la forma cómo evolucionaba la posición del gobierno de Estados Unidos con la Junta Militar de Panamá.








