La decisión adoptada la semana pasada ha sido tomada por los firmes defensores de este sangriento deporte como una "declaración de guerra" por parte del primer ministro británico Tony Blair.
Cientos de personas salieron a la calles y anunciaron enseguida que presentarán demandas, así como una oleada de "desobediencia civil". "Dentro de 90 días la caza del zorro será un delito", tituló el viernes el diario conservador Times. A partir de febrero de 2005 esta tradición que data de 1660 formará parte del pasado.
Con la prohibición adoptada se pone fin a una disputa de siete años entre los lores conservadores de la Cámara Alta y la mayoría laborista en la Cámara de los Comunes. Hasta la fecha, los lores habían conseguido abortar los planes del Gobierno para poner fin a esta tradicional caza y no se prestaron a ningún tipo de compromiso, con ello se bloqueaba el correspondiente proyecto de ley.
En esos casos, el denominado presidente del Parlamento puede hacer uso —como ocurrió— de la "Parliament Act" (de 1949) y obligar a la aplicación de una ley. Hasta ahora solo se había recurrido a este mecanismo en tres ocasiones.
El tema de la caza del zorro ha dividido a la nación como pocos otros. "¿Por qué estamos hablando de zorros si en Irak hay una guerra?", se preguntaba recientemente una columnista del Times.
Los defensores de los animales, sin embargo, se recrean ahora en el éxito de la campaña que desde hace años han llevado adelante para erradicar el "terrible deporte sangriento".
Los forofos de la caza, sin embargo, sienten que han mermado sus derechos civiles y quieren acudir al Tribunal Supremo e incluso piensan llegar hasta el Tribunal europeo de Derechos Humanos, aunque tienen escasas posibilidades de salir victoriosos.
"Entre nosotros y Blair se ha declarado la guerra", afirma la cazadora Valerie Allfrey, según el Daily Telegraph.
El escritor irlandés Oscar Wilde ya describió hace 150 años la caza del zorro, de manera precisa y con humor, al definirla como: "El indecible persiguiendo al incomible".
Pero con la ley aprobada la semana pasada una era llega a su fin, y el zorro finalmente podrá vagar por montes y bosques sin que le atemoricen los ladridos de una jauría de perros que le persigue.

