La bebida, que es consumida tanto por las clases populares como por las élites y que está presente en todo acto social del país sudamericano, está conquistando el resto del planeta gracias a la ‘caipiriña’, un coctel tan rico como refrescante en el que la cachaça es la maestra de ceremonias.
Cuenta la leyenda brasileña que un día en el que el sol calentaba con fuerza la faz de la Tierra, decidió Dios dar un paseo. Al rato, se sentó a la sombra de un cañaveral para descansar. Para saciar su sed, chupó una caña de azúcar y, al encontrar tan sabroso y refrescante el jugo exprimido de la planta, la bendijo para que proporcionase un alimento nutritivo y dulce a los hombres. Así nació el azúcar.
En ese mismo día, el Diablo salió de las calderas del infierno echando fuego y humo por sus cuernos y rabo. Se sentó en el mismo cañaveral, y chupó una caña de azúcar. Como tenía las manos tan calientes, el líquido que de ella brotó le quemó la garganta. Por ello, el Diablo maldijo la planta para que los hombres extrayesen de ella una bebida tan ardiente como el fuego del infierno. Y así nació la cachaça.





