María Mercedes de Corró mcorro@prensa.comJunto con Eduardo Ramírez Villamizar, Alejandro Obregón, Edgar Negret y Fernando Botero, Enrique Grau representa lo más reconocido del arte colombiano contemporáneo. Grau es un pintor-escultor-muralista-escenógrafo cuyo lenguaje ha superado las fronteras. Lo ha hecho a pesar de -o tal vez debido a- que los elementos más recurrentes de su obra son tomados de su diario vivir y del entorno personal. Entre esos se destacan las mariamulatas (que aquí llamamos talingos), que jugaban en el patio de su casa; y las mulatas (muchachas del servicio cuyo fenotipo refleja la mezcla del negro, indio y blanco), que hacen parte de los recuerdos de su infancia", una infancia que transcurrió en la costa caribeña, la misma costa que amamantó la imaginación de Gabriel García Márquez. En realidad, Enrique Grau vino al mundo en Panamá, que en 1920 ofrecía mejores servicios hospitalarios que la vecina Cartagena, pero el orgullo de llamarlo compatriota lo tienen los colombianos. "Sí, nací en Panamá, pero al otro día estaba en Cartagena", dijo en una ocasión el artista, una de cuyas tías maternas se casó con panameño, dando origen a la rama de la familia Alfaro, a la cual pertenece otro artista, ese sí bien panameño, Brooke Alfaro.
Fue el Gobierno colombiano quien becó a Grau para estudiar pintura y artes gráficas en EU, específicamente en el Art Students League de Nueva York, donde estudió de 1940 a 1943, años que fueron fundamentales en su obra. Y fue también ese país que lo apoyó para que estudiara arte en París y en Florencia, donde aprendió la técnica del fresco, en los años entre 1954 a 1957.
El paso por Europa fue determinante para la pintura de Grau. No solo se da por esos años el giro hacia un estilo más figurativo, sino que se incorporan elementos de la comedia italiana y de la elegancia de la vida cortesana en la paleta y la imaginación de un artista en el que es evidente el gusto por los ambientes suntuosos, decorativos.
Todo lo anterior viene a nutrir, nunca a desplazar, el humor y la magia propios del Caribe, que el artista recrea con singular maestría, principalmente en sus lienzos, pero también a través de otros medios de expresión artística.
Grau ha trabajado esculturas en diversos materiales, en particular el bronce. Sus enormes mariamulatas adornan espacios públicos en las ciudades de Cali y Cartagena. Además, ha trabajado murales, como el de mosaiquillos en el metro de Medellín, y ha hecho grabados.
También el cine ha ocupado su interés creativo. Grau ha dirigido varios cortometrajes y ha colaborado en la escenografía y el vestuario de algunos grupos teatrales colombianos. "No olvides que soy un escenógrafo, que tengo tendencia a crear ambientes" dijo en entrevista a Talingo (en agosto de 1996).
Al igual que Obregón, Grau ha sido designado "hijo predilecto de Cartagena de Indias", ciudad colonial a la cual el artista ha correspondido no solo con obras como el Tríptico de Cartagena de Indias, sino a nivel de esfuerzos como el Museo de Arte Moderno de Cartagena, del que es director -fundador.
Grau en Panamá
Bajo los auspicios de la Embajada de Colombia y Aseguradora Ancón, el 10 de junio a las 7:00 p.m. se inaugura la exposición de la obra plástica del maestro Enrique Grau, en las salas del MAC. La muestra está integrada por 69 piezas entre obra pictórica, dibujo y obra escultórica.
Lo que Grau, de 83 años de edad, trae a Panamá en esta vuelta, es mucho más ambicioso que lo presentado en su visita anterior, en 1996. Quienes visitaron el MAC entonces vieron una interesante serie de iguanas dibujadas en carboncillo, titulada "Galápagos". Ahora verán una muestra representativa de sus últimos 30 años: pinturas, dibujos y esculturas.
Acerca de Grau
"Lo que más me impacta del trabajo de Enrique Grau es su soltura para el dibujo. Quizás lo digo porque es una habilidad que quisiera haber tenido, pero que igual me encanta admirar en otras personas. Grau es una de ellas. Sin duda alguna, es un don con que nació, como lo son su capacidad para pintar, esculpir y plasmar las emociones de sus sujetos. El pertenece al grupo muy selecto de seres humanos que tienen esta sensibilidad; y también al muy exclusivo grupo de quienes han sabido explotar esos talentos innatos. El trabaja de manera casi obsesiva y esa dedicación ha potenciado su talento a niveles raramente vistos en un artista. Grau ha encontrado un lenguaje propio en su obra, que solo puedo calificar de bella e impresionante. En ésta, cada pincelada tiene una función; no sobra nada. Sus trazos, aparentemente sencillos, plasman hasta las formas más complicadas, como pueden ser unas manos o un bouquet de flores. Y es que Grau tiene la capacidad para hacer que, hasta lo extremadamente difícil, parezca sencillo."
Brooke Alfaro
