En realidad, todos sabemos lo que es un coctel o cóctel, pues se aceptan ambos, y que la preparación de uno bueno alcanza nivel de ciencia (James Bond viene a la mente).
El DRAE nos dice que es una “bebida compuesta de una mezcla de licores a la que se añaden por lo común otros ingredientes” y también que es la “reunión o fiesta donde se toman estas bebidas, generalmente por la tarde”, e indica además que puede ser una “mezcla de cosas diversas” y anota también los términos compuestos: “~ de mariscos, Plato a base de mariscos acompañado por algún tipo de salsa” y “~ molotov, Explosivo de fabricación casera, generalmente una botella provista de mecha”.
De estos últimos, con el primero tengo una relación profunda e íntima (especialmente si está hecho con horseradish de verdad y langostinos grandotes y frescos) y con el último, me he topado en alguna que otra ocasión, pero por vía oral, confundiéndolo con uno de los originales, los cocktails. El otro día me dieron algo que era 99% bencina, con una cereza. Me lo tomé porque no tenía paragüitas, que es mucho más indigno que la bencina.
Cocktail, de origen inglés, ingresó al DRAE en 1927 como cóctel: “bebida compuesta con diversos licores, azúcar, nuez moscada, limón, menta, hielo, etc”, haciendo eco de su primer asiento en el Oxford English Dictionary, y proviene de una revista estadounidense (The Balance, mayo de 1806) que lo describe como “un licor estimulante, compuesto de bebidas espiritosas de cualquier tipo, azúcar, agua y gotas amargas”.
Antes de ello, la primera acepción registrada que tengo del vocablo en un texto español viene de La lengua y la literatura (Amado Nervo, 1894) donde el poeta indica que [las palabras de extracción foránea] “cuando las tengamos que designar, deben conservar su nombre exótico. A este género pertenecen chalet, bar, bersagliere, bookmaker, cocktail… [especialmente] cuando se trata de palabras poco corrientes”.
¿Cómo llegamos de la cola (tail) de un gallo (cock) hasta un trago? Es dudosa la etimología porque hay por lo menos hay 10 versiones de su origen. Primero saquemos del paso la información práctica: o sea, que cock además de gallo también puede ser grifo, o en forma verbal to cock, “levantar, erguirse, cargar el gatillo”. Se llamaba Cock-tailed horse a un caballo cuya cola había sido recortada para que se irguiese, según el Dictionary of Rural Sports (1870), y hay varias versiones que se van por la etimología equina, o sea que con un trago quedabas como caballo con el rabo parado.
Si el el cock era el grifo del barril y tail, lo último que quedaba, entonces cuando las cantinas mezclaban todas las zurrapas, se obtenían los cocktails, y con el tiempo mejorando la mezcla con saborizantes como cáscara de limón, azúcar, especias, etc.
Otra versión dice que en cierto bar había un jarrón de cerámica en forma de gallo, donde se echaban las zurrapas, y se servían por un grifo que tenía en la cola.
No sabemos de dónde viene, pero sí adónde está: es un arte, un rito casi sagrado para algunos, y aunque entre mil devotos, mil recetas, todos están de acuerdo en que son indispensables: buenos ingredientes y buena mano, pero sobre todo, buena compañía para disfrutarlo.