Hoy, a partir de las 7:30 p.m., será la primera vez que el costarricense Luis Enrique Lizano, de 24 años, tocará su trombón bajo junto a una orquesta completa en un festival musical.
Así como él, cerca de 90 muchachos de diferentes nacionalidades que oscilan entre los 15 a 27 años conforman la Orquesta del Festival Alfredo De Saint Malo 2010, celebración en honor al músico panameño Roque Cordero, que clausura esta noche.
El repertorio a interpretar es “difícil” y “complejo”, coinciden los jóvenes participantes. El programa comenzará con Sensemayá, del mexicano Silvestre Revueltas (1899-1940); Concierto para violín y orquesta, de Roque Cordero (1917-2008) y Sinfonía No.5 en Si bemol Mayor (Op.100), del ruso Sergei Prokofiev (1891-1953).
Lizano está “emocionado”, porque en su país las orquestas juveniles no poseen el tamaño adecuado para ejecutar ese tipo de repertorio. “No son muchas las orquestas juveniles las que existen, y si existen no tienen las dimensiones de la que formamos acá y por lo general no se montan repertorios de dificultad tan alta”.
Las tres piezas a ejecutar constan de mucha energía, ritmo y determinación, expresa la profesora panameña Graciela Núñez, quien ensayó junto a más de 15 colegas con los jóvenes durante la semana previa a la presentación.
El concierto no será una velada “romántica ni suave”, ni tampoco se tocarán baladas. “Se puede enamorar uno con este tipo de música, pero no va a ser con esa suavidad con la que tal vez cantaría Juan Luis Guerra en una balada”, reitera Núñez, profesora de violín.





