Neologismos recesivos

Cuando aprendí inglés, hace muchos años, un slash era una de estas rayitas diagonales [/];o si no, una cortada, pero no cualquier cortada.

Era una herida infligida a propósito, con un sable o con un cuchillo.

Después me vine a enterar de que a las películas de horror y violencia tipo Freddie Kruger se les llama slasher films, porque por lo general una persona queda descabezada, tipo María Antonieta.

Así que si el señor aquel francés que inventó la guillotina no hubiese tenido el ego inflado, bien hubiese podido llamar a su mamotreto Le Slasheur en vez de ponerle su propio nombre.

Pero bueno: el nombre ha quedado hasta nuestros tiempos.

Igual, ha quedado el nombre de un tal Etienne de Silhouette, un ministro de finanzas francés al que la crisis de crédito tremenda por la que pasó el país galo se vio obligado, en 1759, mientras pasaban por la guerra de los siete años, a imponer punitivas medidas económicas, especialmente a los ricachones.

Puesto que el señor se desestresaba recortando figuritas de papel (el tipo evidentemente nunca había oído hablar de sexo y guaro), su nombre se convirtió en sinónimo de ¿qué más? la silueta.

Y es que antes de que se inventara la fotografía, estos recortes del perfil de una persona eran la forma más barata de plasmar los rasgos de una persona.

Y así es que va cambiando el vocabulario: los diccionarios lo plasman, pero es la humanidad la que lo acuña.

Tomemos toda la lexicología que, en inglés, se ha creado alrededor de la recesión.

Tenemos, p.e., pre-fired. O sea que te han botado (fired) antes de tu primer día de trabajo, porque la compañía tuvo que cerrar entre el momento que aceptaste la oferta y tu fecha de inicio.

Y para celebrar el aniversario en que te botaron, tienes canniversary, ya que to can (someone, a alguien) también es botar a alguien.

Y si te preocupas por tu trabajo, te tomas un par de antirecessants, o sea antirrecesivos en vez de antidepresivos.

Por supuesto que si eres creyente, siempre puedes recurrir al prayoff, que es cuando rezas (pray) para que te den de baja o boten (layoff) de ese trabajo que detestas, especialmente si tienes el tarratán de prestaciones e indemnizaciones.

Y si tienes que coger varias chambas a la vez, entonces personificas al significado moderno del slasher: te conviertes en un banquero-slash-instructor de pilates; o en una publirrelacionista-slash-“señora que cocina para la calle”. Wao.

Y yo que tengo años siendo columnista-slash-traductora.


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