Sofia Kalormakis de Kosmas skosmas@prensa.comEl águila arpía, considerada una de las especies de ave rapaz en mayor peligro de extinción, ha acaparado la atención de varias instituciones zoológicas y de conservación en Europa y Estados Unidos.
Ron Magill, conservacionista del Miami Metrozoo y Embajador de Buena Voluntad de esa institución, es uno de los expertos que expresó su preocupación ante el peligro de extinción que corren esta y otras especies panameñas.
Durante su estadía, Magill identificó una tala masiva de árboles en el Parque Nacional Chagres, un área protegida donde habita al menos una pareja de águila arpía.
Hoy, en el 34 aniversario del Día Mundial de la Tierra, los especialistas como él alertan sobre los beneficios y responsabilidades en conservar una de las especies más cautivantes del planeta.
Esta destrucción de hábitat, unida a la caza furtiva, reduce a la una vez dueña de los cielos y bosques del continente a casi una memoria del pasado.
Estas águilas viven entre México, Centroamérica y América del Sur.
A pesar de los esfuerzos del Fondo Peregrino de Panamá -programa de repoblación de aves en áreas protegidas que se inició en 1998- el último estudio de población de arpía demostró que solo quedan unos 20 mil kilómetros cuadrados de bosques disponibles para la sobrevivencia de esta especie. Cada pareja de aves necesita 63 kilómetros cuadrados para subsistir, según la bióloga Karla Aparicio. Es decir, el tamaño de la isla de Barro Colorado.
Pero, de los 20 mil kilómetros cuadrados que quedan, solo el 9% está dentro de áreas protegidas, lo que supone que la conservación del águila no está garantizada.

