La escuela italiana aspiraba a reservarse el derecho de admitir a estos estudiantes, situación similar a lo que ocurrió en algunos centros de entretenimiento que se reservaban el derecho de admisión, que –a propósito– fue abolido mediante ley.
El conflicto entre los padres de familia y las autoridades de ese colegio lleva ya más de cinco años. Desde el primer día de clases del año 1999, el Enrico Fermi aplicó lo que llamó el "método de evaluación integral", que calificaba con letras, en vez del tradicional sistema numérico (de 1 a 5).
La profesora Panamá Solís, directora del Enrico Fermi, comunicó al Ministerio de Educación la aplicación del novedoso método, con el que el colegio pretendía fusionar las calificaciones tradicionales con la evaluación de hábitos, actitudes y habilidades.
Cada una de las calificaciones en letras tenía su equivalente numérico. De tal manera que una MB (muy bien) representaba de 4.5 a 5, B (bien) de 4.0 a 4.5, R (regular) de 3.0 a 3.9 e I (insuficiente) menos de 3.0.
Dos años después de que el colegio adoptó el referido sistema, el Ministerio de Educación determinó que la interpretación que le dan a cada nota era "muy general". Aunque el ministerio aplaudió al colegio por la manera en que se preparó para el cambio de sistema, dejó claras muchas preocupaciones sobre el método de las letras.
"Si no hay criterios claros, el docente peca de no realizar una evaluación objetiva, científica y justa, [y] aumenta el porcentaje de reprobados", sostuvo Odalilia Rivera de Molina, a la sazón, directora de Educación Particular del ministerio, en nota dirigida al colegio el 27 de noviembre de 2001.
Más que advertencia, la carta contenía un vaticinio. Los padres de los estudiantes del Enrico Fermi comenzaron a quejarse porque consideraron que la calificación con letras perjudicaba a sus hijos. En carta enviada al Ministerio de Educación dijeron que "los resultados obtenidos después de tres confusos años demuestran la ineficacia del mismo".
Según los acudientes, "cada educador evalúa de acuerdo con un criterio propio y no respondiendo a parámetros fijos". "No tenemos un conocimiento claro de la evaluación, ni siquiera la tienen los propios estudiantes", fue la principal queja de los padres ante el ministerio.
Como prueba, los padres presentaron exámenes de estudiantes en que, pese a tener pocas respuestas equivocadas, se califica con la "I" de insuficiente a los alumnos. Incluso, en un dictado –hecho por uno de sus profesores de español– se calificó con una "I" a una estudiante que escribió 17 palabras bien y ocho mal. De acuerdo con el sistema numérico, la alumna debió ser calificada con 3.4, pero el profesor le puso "I", reservada para una evaluación inferior a 3.0.
No fue hasta el 11 de junio pasado que el Ministerio de Educación advirtió la vigencia de un decreto que establece que "las calificaciones serán de uno a cinco". Se trata del Decreto Ejecutivo 114 de 2 de octubre de 2000.
Represalias
Presionado por los padres de familia, el Enrico Fermi restableció el sistema de calificación numérico. Esto fue una conquista, como dijo Francisco González, un acudiente que protestó. Pero los problemas continuaron.
Los padres de los estudiantes del Enrico Fermi presentaron denuncias ante el Ministerio de Educación por supuestas represalias sufridas desde que iniciaron sus quejas. Así lo comunicaron en una carta que el pasado 2 de junio le remitieron a la entonces directora regional de Educación, Lurys Cárdenas. "Amenazas sutiles, intimidación, ataques verbales [y] violencia sicológica", son algunas de las supuestas represalias denunciadas por once padres de familia.
Pero lo peor vino después. Las autoridades del Enrico Fermi impidieron matricular a los hijos de los quejosos, apuntó Francisco González, quien decidió cambiar a su hijo a otra escuela el próximo año "para evitar problemas". Según González, el Ministerio de Educación demoró mucho para tomar una decisión al respecto. Tras meses de litigios, el Ministerio de Educación decidió que el Enrico Fermi debe aceptar a los estudiantes. En nota que la directora regional de Educación de Panamá, Petra de Franco, remitió a la directora del colegio, Panamá Solís, advierte que "debe procederse a la matrícula de los estudiantes sin ninguna objeción".
En el Enrico Fermi, solo quiso hablar Estefano Chermili, uno de los propietarios del colegio. "Solo son cinco padres disidentes. Y si es tan mala esta escuela como ellos dicen, por qué quieren meterlos aquí", se quejó.
