Grosso modo, los peritos han catalogado dos grandes grupos de trastornos, a saber, aquellos que se relacionan con esquizofrenias paranoides y los que tienen que ver con rasgos psicopáticos de personalidad. La principal diferencia entre ambos radica en que los primeros no logran establecer diferencias entre el bien y el mal, y por ende son inimputables penalmente; mientras que los segundos sí saben las diferencias y por tanto son imputables desde el punto de vista penal. En esta última categoría se agrupan los sociópatas o psicópatas y, entre estos, los asesinos en serie.
El director de la Medicatura Forense, Humberto Mas, explicó que algunos asesinos en serie sufren fases de disociación con su entorno real y padecen de ciertas paranoias, pero al mismo tiempo saben con precisión lo que hacen y reconocen que está mal. De allí el hecho que buscan aceptación pública, y generalmente claman por ser aprehendidos. En pocas palabras, matan para ser reconocidos.
En general, los asesinos en serie son metódicos en cuanto al grupo etario (de una edad determinada) que conforman sus víctimas, es decir, raza, sexo, edad, condición social y hasta oficio o profesión; y además son metódicos a la hora de matar y rutinarios en cuanto al porqué de esas muertes. Dahmer asesinó a 17 varones en 13 años, motivado por sus apetencias necrofílicas; Manson y su "familia" mataba por racismo; Desalvo, conocido como el estrangulador de Boston, asfixió a 13 mujeres.
Pero también ha habido asesinos en serie sin patrones aparentemente concretos, como Richard Ramírez, bautizado como The Night Stalker, quien mató a 14 personas en Los Angeles entre 1984 y 1985, sin importarle si eran hombres o mujeres, negros o blancos, adolescentes o adultos. Incluso, utilizó para sus crímenes armas de fuego, armas blancas y hasta objetos contundentes como un bate de béisbol. Pero en algo sí fue metódico: casi siempre buscaba a sus víctimas al salir de casa, acompañado de un walkman, con el que escuchaba música del grupo de rock AC/DC.
"Aunque parezca que no tienen método, sí lo tienen", dijo Mas. De hecho, quizás lo más escalofriante de los asesinos en serie es su total ausencia de remordimiento o arrepentimiento. Saben que hacen el mal y se regodean con ello.





