Era arquitecto de profesión, pero su vida fue mucho más que líneas o metros de altura, también se llenó de ideas, de palabras. Llegó a ser ministro de Educación.
Poesía selecta de Ricardo J. Bermúdez (Editorial Signos, 1982) fue una estupenda iniciativa de Enrique Jaramillo Levi que ya cumplió más de 20 años. Contiene versos de Poemas de ausencia (primer libro de Bermúdez editado en 1937); Adán liberado (1944), Laurel de Cenizas (1952), Cuando la isla era doncella (1961), Con la llave en el suelo (1970) y cierra con poemas que por aquel entonces no habían sido recogidos en libros y que datan de 1942 a 1969.
Aunque las reediciones no son frecuentes en Panamá, porque ni siquiera las primeras publicaciones son fáciles, a un poeta como Ricardo J. Bermúdez se debería rescatar para las nuevas generaciones. Son valiosos los libros cargados en polvo, pero algunos títulos están agotados y ni con polillas se logran encontrar.
Esta edición está prologada por Rodrigo Miró, quien se refiere así a la obra: Bermúdez fabrica su propio mundo, que ilumina la autonomía poética de las palabras que lo identifican. Porque tiene su personal repertorio léxico, otro de los distintivos de su poesía. Miró confirma la capacidad creadora y creativa del poeta.
De las 50 poesías que aparecen aquí seleccionadas invito a leer la versión del popular tamborito Adiós florecita blanca , que Bermúdez titula Tamborito triste . También se disfruta el lenguaje cargado de mar que hay en varios versos, especialmente en el libro Cuando la isla era doncella : Isla de flor, de flores encalladas / en arrecifes de salina aroma, / tu aliento, crestamar de los alientos, / tiñe el confín del golfo, ventolera.

