Se le llama el decálogo de Juan XXIII, y miren que para que yo cite a uno de los presuntos vicarios de Cristo –siempre he dicho que mi problema no es con Dios sino con la religión organizada— pues vaya.
Pero viene el Día de la Madre, y es algo que tengo que agradecer.
Agradezco al universo que tengo a una madre que me amó desde el primer momento, y que la sigo teniendo y amando, cuando tantos niños son abandonados por sus madres; cuando tantas madres son olvidadas por sus hijos, y cuando hay tantas mujeres abusadas, que perpetúan la cadena de abuso; bien abusando de ellas o permitiendo en silencio que se haga lo mismo a sus niños.
Eso sí lo comparto levemente editado, porque si digo que pondré cuidado en mi aspecto personal, miento.
Si digo que no criticaré, me quedo sin trabajo, etc.
Así que solo por hoy tratare de vivir exclusivamente este día, sin pretender resolver de una sola vez el problema de mi vida.
Solo por hoy seré cortés en mis modales, no criticaré y no pretenderé mejorar o disciplinar a nadie, salvo a mí misma (esta la veo peluda, pero bueno…).
Solo por hoy me adecuaré a las circunstancias sin pretender que las circunstancias se adecúen a mis deseos.
Y de paso, hasta rezaré para que Benedicto XVI haga lo mismo, porque a ese señor sí que se le debe hacer duro eso.
Solo por hoy haré 10 minutos de buena lectura. Este sí es sacrificio: preferiría hacer más.
Solo por hoy haré una buena acción sin decirlo a nadie. Aunque no lo crean, esta no es difícil.
Si me siento ofendida procuraré que nadie lo sepa.
Solo por hoy seré feliz, pensando en la felicidad eterna.
Solo por hoy me cuidaré de dos calamidades: la prisa y la indecisión.
Solo por hoy creeré que la providencia divina se ocupa de mí como si no hubiera otra persona en el mundo. Prefiero lo de “a Dios rezando y con el mazo dando”.
Solo por hoy no tendré temores y, ante todo, no tendré miedo de gozar de lo bello y de creer en la bondad. Esta sí me gusta.
Puedo hacer el bien durante un día. Lo que desalentaria sería pensar en tener que hacerlo durante toda mi vida.
Ahora, esta última es la que no entiendo. ¿Por qué desalentarse?
Pero no solo por hoy sino que mañana y pasado y así hasta que me dure, abrazaré a mi mamita, y le diré que la amo.
A todas las madres del mundo, felicidades. Y a todos los hijos del mundo, agradezcan.
