Si el burrito sabanero tuviera que verse con el caos vehicular panameño que generan las fiestas de fin de año en general, y los feligresillos que acuden a ver las aldeas navideñas en particular, de seguro que rebuznaría al son del “Tuqui Tuqui Tuquituqui / Tuquituqui Tu qui Tu” que lo hizo famoso.
Acto seguido, se retacaría, y diría que “ni un paso más hacia Belén”, mucho menos a una aldea ni oh, un mall.
Porque si bien, las aldeas navideñas parecen estarle dando felicidad a algunos niños, el pandemonio resultante haría al cuadrúpedo desear fervorosamente volver a su útero caraqueño, ya que aunque muchos pensamos que el burrito sabanero data de la época del mismo San Nicolás, no es así: nació de la pluma del compositor venezolano Hugo Blanco por allá por 1975.
Pero ¡ay, burrito! Ya no puedes regresar, porque el otro Hugo (el presidente Chávez) te agarra, te nacionaliza, y te usa de imagen para la burrada de turno, sin intención de ofenderte.
Y burrito pediría pasaje al Polo Norte, vía e-mail, al bendito pelaíto que ni siquiera nació en la fecha que le endilgaron para que el Vaticano se acomodara sabrosón sobre las Saturnalias romanas que lo precedieron.
¿O es que no sabían? Pues sí, el Vaticanus mons era una colina romana, pero no era “rabi” como las siete originales, quedaba más hacia las afueritas.
Y decidió limpiar su reputación y como buen trepa, el montecillo donde los etruscos solían tener un pueblito, eso sí, con oráculo, donde vaticinaban sobre las cosechas decidió quedar de reina de la fiesta.
¿Pillaste la conexión entre el Vaticano y el vaticinio o profecía seudo-religiosa?
Pues sí, el Vaticano, Burrito, está probablemente sentado sobre un chorro de chivos, gallinas y sabe Júpiter qué otro animalito degollado para dar buenos augurios.
Pero bueno, esto solo es conjetura mía, pero igual de válida que la presunción del cumpleaños del niñito, a cuyo padre se le usa como estandarte para cuanta mamarrachada invente un bribón con iniciativa.
En estos días me enviaron por “chateo” (a resignarse, que la palabra ya no saldrá más del español) una cartita al niño Dios que rezaba (apto verbo para la cartita, de paso) en el siguiente tono: “Querido Niño Dios: Este año te llevaste a mi cantante favorito, Michael Jackson; a mi actor favorito, Patrick Swayze; a mi actriz favorita, Farrah Fawcet; a mi compositor favorito, Rafael Escalona. Quiero decirte, que mi alcalde favorito es Bosco Vallarino y aún el año no termina. ¡Lúcete!”.