A la tradicional importancia histórica de la ciudad se une su vertiente de centro religioso. Según la tradición, la Virgen María viajó a Zaragoza cuando aún moraba en Jerusalén, para estimular la predicación del apóstol Santiago. Era el 2 de enero del año 40. Fue ella quien trajo una columna, un pilar, para construir sobre él la primera capilla, el primer templo mariano de la cristiandad. Los zaragozanos insisten siempre en precisar al visitante que fue una "venida" de la Virgen, no una "aparición".
En torno a la inmensa explanada que se extiende ante la basílica, siempre hay una teoría de paseantes que revelan la devoción mariana: clérigos y monjas, niños y niñas de primera comunión, devotos que entran presurosos al gran templo barroco... Y palomas. Miles de palomas que sobrevuelan las cúpulas de este grandioso templo de aire mitad barroco, mitad bizantino, atentas a los niños que les traen granos de cereal o migas de pan.
LA HISTORIA DE CESARAUGUSTA.
Aunque ya existía una ciudad celtíbera, Salduba, las legiones romanas de César Augusto fundaron a su lado otra ciudad, dándole el nombre del propio caudillo: Cesaraugusta.
En torno al centro de la ciudad se aprecian aún las recias murallas de los días de Roma, en los que Zaragoza se convirtió en una floreciente metrópoli, excelentemente comunicada con el resto de Hispania. Muy cerca de la Seo, la catedral, están ahora visibles las grandes ruinas del teatro, las del foro y el puerto, porque en época romana el Ebro era navegable desde Tortosa, y había puertos fluviales en diversas ciudades. El de Caesaraugusta era el principal, construido en torno al siglo I y reedificado varias veces. A su lado estaban el mercado y el foro, con una gran actividad que continuó hasta entrada la Edad Media.
Ya en época musulmana, la ciudad cobró notable importancia como cabeza de uno de los reinos taifas más poderosos. Diversas joyas artísticas nos recuerdan ese período. Fue conquistada a los musulmanes en 1118 por Alfonso el Batallador, asumiendo la capitalidad de Aragón.
Como la generalidad de las ciudades españolas del interior, desde fin del XVI en adelante se sucede una época de decadencia, en la que sobresalen los hechos valerosos de defensa de la ciudad ante las tropas napoleónicas.
En época moderna, Zaragoza ha retomado una situación más próspera, amparada por su cualidad de capital aragonesa y centro vital del cuadrante noreste de España, en medio Madrid y Barcelona. Una prosperidad que por desdicha no ha acompañado a los ámbitos rurales de la región.
UN DICCIONARIO DE ARTE.
Zaragoza es síntesis de la historia de España, y como tal, presenta excelentes monumentos que atestiguan su esplendor, especialmente en tiempos romanos, árabes, medievales y renacentistas.
Con objeto de no aburrir al lector, sintetizaremos el conjunto monumental en cuatro joyas: La Alfajería, la Seo, la Lonja y la basílica del Pilar.
La Alfajería.
La Alfajería es el elemento más destacado de la época musulmana, construido hacia el siglo XI. El edificio sufrió una importante reforma en la época de los Reyes Católicos; fue sede, desde 1485, del Tribunal de la Santa Inquisición, cárcel, cuartel, etc. Ahora ha cobrado una vida más digna como sede de las Cortes de Aragón.
Tiene el edificio restos de bellos palacios de distintas épocas. El primero es el árabe, en torno al patio de Santa Isabel, con su pequeña mezquita, y con la Torre del Trovador, fechada en el siglo IX, en la que Verdi ubicó una famosa ópera.
Ya del período de la conquista cristiana son las dependencias del palacio mudéjar de Pedro IV. Finalmente, están las dependencias de la época de los Reyes Católicos en 1492. En ambos casos hay que hacer mención a los artesonados.
La Seo
La Seo o catedral de Zaragoza es un bellísimo edificio ubicado sobre la que fue una mezquita mayor de la ciudad musulmana. Tiene diversos estilos arquitectónicos, desde el románico al gótico, con una bellísima impronta mudéjar que le da un aire muy peculiar.
Del románico hay parte importante en la zona de los ábsides, donde se detecta la influencia de la catedral de Jaca. Algunos elementos no son visibles. Por ejemplo, hay un conjunto escultórico tras el retablo Mayor, obra magnífica del XV.
En el siglo XIV se amplió el edificio, con estructura gótica. De esta época quedan ábsides y muros de estilo mudéjar. Se completa la obra en el siglo XVI, con un cimborrio levantado para dar más luz al retablo Mayor, la bellísima torre barroca y la portada neoclásica, de los siglos XVII y XVIII, respectivamente.
La Lonja
En la medieval Corona de Aragón, de indudable vocación comercial, como lo atestiguan sus edificios y su historia, Zaragoza también tuvo una importante Lonja de Mercaderes. Fue hecha según el proyecto de Juan de Sariñena, como el mejor edificio renacentista del siglo XVI.
En su fachada exterior destaca la belleza del ladrillo, que se hace más afiligranada a medida que asciende el muro. En el interior destaca el gran salón con columnas aragonesas (anilladas en el fuste). Todo ha adquirido una notable belleza tras su restauración.
La basílica del Pilar.
El templo más popular de Zaragoza -no necesariamente el más bello- es el de la basílica del Pilar, ubicado en el lugar donde -según la tradición- la Virgen se encontró con Santiago y le animó en su predicación por Hispania.
Allí existió un templo de estructura románica, erigido en torno a la columna traída por la Virgen; luego una iglesia gótica que ardió en el siglo XIV. El templo actual se debe básicamente a la idea de Ventura Rodríguez, y es del XVII y XVIII.
Desde el exterior, la imagen más sorprendente de este gran edificio es la de la concentración de torres y cúpulas. La persistente utilización del ladrillo coincide felizmente con el aire mudéjar de otras torres y edificaciones zaragozanas.
En el interior destaca la concentración de gentes ante la Virgen, en un espacio sagrado donde se funde el barroquismo de los elementos materiales con una devoción honda. La Santa Capilla es como un escenario donde se juntan las artes para alabar a la Virgen, en un estilo barroco, con profusión de mármoles, bronces y dorados. El templete que cobija este mare mágnun es de una innegable belleza barroca.
En el recinto hay pinturas de Bayeu y de Goya, pero tal vez la joya más apreciada artísticamente es el magnífico retablo de aires góticos de Damián Forment.
Pero Zaragoza es mucho más: abundan las iglesias y palacios de distintas épocas. Como ejemplo, algunos nombres más: las murallas romanas, con el torreón de la Zuda; el puente de Piedra, las torres mudéjares de diversas iglesias del centro, el Arco del Dean, la iglesia de Santa Engracia, el Patio de la Infanta; la iglesia San Felipe, el palacio de los Condes de Argillo, el Mercado Central, etc.