Con este filme épico, dirigido por Wolfgang Petersen, Pitt ha roto con todos sus principios, y quien durante años se negó a hacer de héroe da ahora cuerpo al mayor de los guerreros griegos, Aquiles, héroe cuyo nombre es recordado casi tres mil años después de exaltarlo la leyenda del poeta griego Homero.
Si en su carrera ha procurado evitar las superproducciones, con Troya ha participado en todo un complejo entramado cinematográfico, un rodaje que superó los 200 millones de dólares en presupuesto con un ejército de extras que da vida a batallas navales y encarnizadas luchas, y en el que incluso participa una réplica del famoso caballo de madera que acabó con Troya.
Además, Pitt se ha dejado vencer en su lucha contra ser el niño bonito de Hollywood, y el que intentó afear su belleza en películas como Doce monos, ahora la luce al completo y casi al descubierto.
"Nunca puso ninguna objeción a mostrarlo todo", ha insinuado Petersen a la prensa sobre las escenas en las que Pitt posa desnudo ante las cámaras sólo a falta de un plano frontal.
Su cuerpo puede competir con el de cualquier estatua griega. Eso sí, tuvo que prepararse durante meses e incluso dejar de fumar.
"Y créeme que duele", ha reconocido jocoso dejando a un lado este lado divino para aceptar su cara humana de actor.
Al margen de lo que piense la crítica de Troya, el cuerpo de Pitt es el mejor gancho para el público femenino menor de 25 años, que según los estudios de mercado es uno de los más interesados en este filme.
El cuerpo -y su actuación-están convenientemente pagados, ya que Pitt se embolsará una cantidad cercana a los 20 millones de dólares por esta película.
La transformación de Pitt coincide con su crisis de los cuarenta, un detalle que este actor nacido en Oklahoma (EU) no oculta.
"Estoy seguro de que todavía hay alguna sorpresa más. Pero me gusta eso. Me gusta lo desconocido. Te mantiene más alerta", reconoció a la revista Vanity Fair.
