En septiembre pasado, Miss Universe Organization destituyó del puesto de Miss Universo a la rusa Oxana Federova por incumplimiento de contrato. Algunos meses antes, Oxana había ganado en la final del concurso celebrado en Puerto Rico. Automáticamente, Justine Pasek, elegida como primera finalista, se convirtió en la única mujer panameña que hasta ahora ha fungido como embajadora de la organización.
"Lo que me molesta de esa situación es no haber tenido un año completo", dice, seria, Justine. Sin embargo, está claro que no guarda resentimientos por su papel de "sustituta", porque segundos después agrega con una gran sonrisa: "Y el hecho de que ella fue a Africa y yo no. Me hubiera encantado visitar ese continente. Por terceras personas sé que el viaje a Kenia fue muy especial".
Efectivamente, Justine no cumplirá el año como Miss Universo. El próximo 3 de junio, durante la final del concurso que se celebrará en Panamá, pasará la corona a la nueva elegida y allí terminará todo.
En los últimos nueve meses, Pasek ha trabajado con organizaciones que apoyan causas humanitarias, ha viajado por muchos países, ha sido la protagonista de múltiples eventos sociales (asistir a una fiesta benéfica con Miss Universo puede costar miles de dólares) y además ha sido entrevistada cientos de veces. Cien veces le habrán hecho las mismas preguntas, pero ella aún tarda en contestar. Y no porque no sepa las respuestas, sino porque prefiere ser cautelosa.
"No sé de qué forma decir esto para que no suene de la manera incorrecta", responde cuando le pregunto si siente que, como embajadora de Miss Universo, se ha sentido comprometida con su labor humanitaria. "Pero la verdad no siento que he hecho nada, por lo menos no lo suficiente. Sí recibo cartas de personas que me felicitan y me agradecen por el ejemplo que les doy y por lo que estoy haciendo, pero hago tantas cosas durante el año que frente a mis ojos se diluye ese trabajo porque tiene que ir balanceado con otros compromisos", sostiene. "Me cuesta un poco mantener un récord de lo que he hecho. Sé que han sucedido cosas buenas, pero no lo siento como algo presente, quizás porque no veo materializados los resultados", indica.
De lo poco o mucho que Pasek haya podido asimilar de su participación y apoyo a las campañas de información y prevención del sida, un trabajo en el que se ha involucrado especialmente en Nueva York y en Panamá, opina que los esfuerzos deberían dirigirse con mayor ahínco a que nadie se olvide de que el virus y la enfermedad siguen causando estragos.
"Lo que hay en estos momentos en todas partes es un letargo en la conciencia en cuanto a que la enfermedad existe, que sigue devastando el mundo y creo que no nos estamos enterando de eso", comenta. "No sé si es que la atención de la prensa está centrada en otras cosas, como la guerra o el SARS, pero parece que nos hemos acostumbrado a que el sida es algo normal, cuando yo creo que se le tiene que prestar mucha atención".
Ni el conflicto armado en Irak ni la epidemia de SARS (Síndrome Agudo Respiratorio Severo) cambiaron la vida de Justine, pero sí su agenda.
El ajetreo
"Todos los viajes tienen que ser aprobados a nivel de seguridad, y cuando no se aprueban, no voy. Eso ha ocurrido cuatro veces", comenta. Y aunque no lo diga, casi parece sentir alivio por los momentos de descanso que esas cancelaciones trajeron a su ocupada vida como embajadora de Miss Universo.
"Cuando estamos agitados, lo estamos. Pero ha habido momentos en que he tenido bastante espacio para mí porque se han cancelado viajes. Tenía uno a China, de dos semanas, y al final no fui. Pero definitivamente que esto es ajetreado; dependiendo de la situación mundial, las cosas se aceleran o todo lo contrario".
"Las últimas dos semanas han sido fuertes. Hemos estado filmando, atendiendo eventos y haciendo lo que regular hago, que es un trabajo de voluntariado. Ha sido fuerte. Y sabiendo como son de pesadas las tres semanas [previas al concurso], estoy cansada solo de pensarlo. Pero creo que si lo hice una vez y sobreviví, creo que lo puedo hacer de nuevo, sobre todo porque esta vez no estoy concursando".
Dado que no fue elegida inmediatamente como Miss Universo, sino que su periodo empezó dos meses después, Justine no pudo disfrutar del verano de Nueva York el año pasado. En cambio, tuvo que soportar uno de los inviernos más duros que esta ciudad haya visto en los últimos años. De Manhattan, de donde partirá hacia Panamá el próximo 16 de mayo, guarda sin embargo buenos recuerdos.
"Si me hubiera ido hace dos meses, diría que esta ciudad no me importa nada. Pero ahora que el Central Park está verde y que el clima es mucho más agradable, sí lo voy a extrañar. Además he tenido que viajar tanto, que solo ha sido en las últimas semanas cuando he podido empezar a conocerla y ahora me siento más cómoda, no como una turista. Y eso no ayuda a dejarla".
Cambio de planes De su experiencia como Miss Universo, Justine cuenta que se lleva a casa la seguridad de saberse capaz de hacer cosas que antes pensaba que no estaban a su alcance. Como por ejemplo, poner su propio negocio.
Y es que Justine ya no será ingeniera ambiental como se anunció, para admiración de todos, cuando fue elegida Señorita Panamá. Considera que en estos últimos meses ha ganado la notoriedad suficiente que ahora le permitirá ser escuchada.
"Sentía que la única manera en que podría trabajar en beneficio del ambiente era siendo un trabajador más. Pero ahora me pueden escuchar. Siento que no necesariamente necesito ser ingeniera para trabajar por el ambiente", explica.
Así es que sus planes son estudiar diferentes carreras, como relaciones públicas, negocios y comunicación social, que la preparen para poder hablar y trabajar no solo a favor del medio ambiente, sino en beneficio de cualquier causa humanitaria.
"Si puedo con ese plato, creo que estas tres carreras combinan lo necesario para que yo pueda hacer un buen trabajo", añade.
El 4 de junio, cuando todo haya terminado, Justine no se quedará en casa durmiendo. Dice que tiene un almuerzo de trabajo, con el que ya empieza su propia vida profesional. Además, conserva el compromiso con las organizaciones panameñas con las que ha colaborado y a las que seguirá apoyando.
Si ello fuera posible, ¿repetiría Justine Pasek la experiencia de los últimos meses?
Nuevamente tarda en contestar. No quiere que la malinterpreten. Se debate entre lo que su mente y su cuerpo identifican como un trabajo agotador, y las bondades de la experiencia ganada.
"Ser Miss Universo dos años... lo he pensado y siempre he dicho que no. Tanta tensión es desgastante y llega un momento en que ya es suficiente. Sin embargo, la experiencia es increíble y me costaría negarme", responde.
