En desventaja ha estado la mujer en todas las sociedades. Inequidad intolerable. Sobre todo, en conglomerados en los que, por ejemplo, para castrarle el placer, de niña es sometida a la ablación. Esa situación de ignominia no me lleva a concluir que la lengua es, per se, machista. Los procesos culturales sí lo son.
Esta premisa se evidencia en el lenguaje nushu, solo usado por mujeres durante 17 siglos y que surgió en la provincia china de Hunan y se extendió por otras regiones. La marginación y su impedimento para acceder a la educación generaron en ellas ese código secreto de unos dos millares de vocablos. Solo se innovó en la ‘zona léxica’. A excepción de ese vocabulario, la gramática era la del mandarín.
Los procesos culturales, por lo tanto, originaron esa situación terrible mediante la cual para ‘defenderse’ del machismo crearon un código secreto. Fueron los procesos culturales los causantes, no la lengua.
Las mujeres vivían encerradas en las viviendas, dominadas por sus padres o esposos, sometidas a una autoridad masculina, sin posibilidad de aprender la lectura y escritura del idioma. Nushu significa ‘lenguaje de mujeres’. Se representaban con los vocablos reflexiones íntimas, canciones y consejos, incluso, descripciones sobre resultados bélicos. Había recomendaciones sobre cómo afrontar los deberes de esposa después de la boda.
Resulta chocante y distorsionador del sentido de la lengua natural el síndrome del ‘os/as’, agresor impío de la sintaxis, un sistema bastante lógico y cerrado, a diferencia de la ‘zona léxica’, abierta en ocasiones hasta la exasperación.
Aunque se ha extendido en la última época la moda de diferenciar entre masculino y femenino, se recomienda la forma genérica (que recoge a ambos), en un sustantivo plural como ‘hijos’. En esa forma, están contenidos tanto las mujeres como los varones.
Los defensores del adefesio confunden la espina con la espinaca y la jeringa con la jeringuilla. El machismo está en los procesos culturales. Como si fuese poco, se patentó el síndrome mediante una ley de 2000. No es la medicina para erradicar los abusos del machismo.
Un ejemplo: el sustantivo femenino de médico es médica. Desde hace 80 años, la norma de la Real Academia Española recogió ese acierto. Hoy muchas profesionales de la Medicina prefieren ser llamadas ‘médicos’. En la abogacía y otras carreras, sucede igual.
El latín cuenta con magistra (maestra), denominación para María, la madre de Jesús. En época contemporánea se ha establecido ‘magíster’ (maestro) para significar la titulación del postgrado de maestría. ‘Soy magíster’, dice orgullosa una profesora que conozco.
Existe una resistencia para emplear el género femenino de los vocablos soldado, general, demonio y canciller.