La muerte como hecho natural es asociada a la pérdida y al luto. En México se celebra con el fallecimiento o con la calaca, la huesuda, la dentona y la flaca, algunos de los nombres con los que se le conoce a esta etapa ineludible del ser humano.
La Asociación Cultural México ha querido compartir esta parte valiosa de su cultura popular con la muestra “Altar de muertos”, que estará hasta el 13 de noviembre en el Museo del Canal Interoceánico de Panamá.
En el evento de apertura, la Embajadora de México, Yanerit Morgan, le dedicó unos versos a la exposición: “Los mexicanos se aprestan para la muerte enfrentar, / en El Museo Del Canal la pretender engañar, / que poniendo un altar con figuras de colores, / con los niños a pintar calaveras y con flores…”
La pieza central es el altar, con sus siete niveles obligatorios, con el que las familias mexicanas conmemoran a sus muertos y este es el elemento emblemático de la celebración.
El Día de los Muertos (2 de noviembre) tiene su origen en los tiempos prehispánicos, las culturas de esta época consideraban la muerte como una celebración –“porque donde hay muerte, hay vida”, acota Judith Mayo, presidenta de la Asociación – así la fiesta de los muertos ocurría en tiempos de recolección o de cosecha. Este era el primer gran banquete después de la escasez y se compartía con los muertos.
Los mexicanos se ríen de la muerte. Cuando alguien fallece utilizan verbos populares cargados de jocosidad: petatearse, pelarse o estirar la pata.
En el altar que está montado en el Museo del Canal se rinde tributo a los héroes de la Independencia.
Originalmente, las familias mexicanas lo hacen pensando en sus propios difuntos. Los siete niveles o escalones representan las etapas que debe atravesar el alma del difunto y en cada uno se halla una vela para alumbrarle el camino.
Judith Mayo explica que la papelería que adorna el altar fue hecha a mano y hay más de 300 flores de papel picado. “No es nada sofisticado, es muy artesanal”.
Cuenta que algunos altares son verdaderas obras de arte. Se aprecia una cadena de papel crespón en dos colores (amarillo y morado) que simbolizan la vida y la muerte, respectivamente.
Están las calaveras de azúcar, hay incienso para purificar al muerto, se observa una toalla (es por si el muerto se quiere asear), un vaso con agua que significa energía y la sal es para que el espíritu no se corrompa.
Colocan toda la comida que el muerto disfrutaba en vida, y licor para que recuerde sus días alegres.
Si el muerto es un niño suelen poner caramelos y juguetes. El 2 de noviembre es un día lleno de color y alegría en los cementerios de México. Se ven familias comiendo encima de las tumbas y conversando alegremente.
Ah, de paso, en la última planta del museo puede apreciar los grabados del mexicano Francisco Toledo.
