El fiscal Tercero Superior, Rolando Rodríguez, que lleva el caso, dijo que "el Ministerio Público no puede solicitar una sentencia de culpabilidad", en tanto que no existen evidencias incriminatorias contra el pistolero Garcés, quien, además, ha demostrado su interés de rehabilitarse.
"Aunque nadie debe hacer justicia por sus propias manos y mucho menos utilizar armas de fuego contra otros, Garcés ha demostrado que se puede tener éxito dejando el mundo de la delincuencia, con disciplina, andando por el camino recto, siendo ejemplo para los niños", dijo el fiscal.
Otra base para la solicitud de una sentencia no condenatoria, dijo Rodríguez, es que su despacho no obtuvo nunca el peritaje balístico que ordenó en las sumarias, por lo que nunca se pudo determinar el calibre de las armas usadas en el delito.
Por su lado, el abogado defensor de Garcés, Ramiro Fonseca, señaló que en el juicio demostrará la inocencia del futbolista.
Mientras, el acusador particular, José Galloway, pidió que tanto Garcés como el otro sindicado, Walter Clarke, sean sentenciados por intentar quitarle la vida a Pedro Ovalle y a Andrés Girón.
El acto judicial, llevado a cabo en la sala de audiencias del Segundo Tribunal Superior, fue presidido por el magistrado Secundino Mendieta, quien estuvo acompañado de sus colegas Wilfredo Sáenz y Andrés Almendral.
El hecho ocurrió la noche del 30 de marzo de 2002 en el sector número 1 de la barriada José María Castañón, en Puerto Caimito, distrito de La Chorrera.
En la audiencia, Garcés estuvo acompañado por su hijo de cinco meses de edad, su esposa, Ziary Rojas, y por los jugadores del seleccionado nacional Robert Stewart, Carlos Rivera y Víctor Miranda.
El deportista, que se declaró inocente al ser consultado al inicio del juicio por el magistrado presidente, se encuentra en libertad bajo fianza, en tanto que Clarke permanece detenido en el Centro Penitenciario La Joya.

