Si hay alguien en Dinamarca que le gusta el melodrama de sufrimiento extremo, esa es la cineasta Susanne Bier (Copenhagen, 1960), quien en su momento fue una de las integrantes del movimiento cinematográfico denominado como Dogma 95, que abogaba por quitarle el oropel a la estética del séptimo arte.
Las películas de Bier son tristes y punto. Lo suyo es torcerle el corazón al espectador con los recursos que sean necesarios. La salva que los resultados artísticos son buenos porque si no sería como una de esas cursis telenovelas latinoamericanas. ¿Exageración? Ni un poquito. Ya verá.
Después de la boda (2006, nominada al Oscar) se estrenó este fin de semana. Gira en torno a Jacob, una persona comprometida con los niños pobres del Tercer Mundo, pero cuando el orfanato donde labora en la India está en dificultades económicas recibe la invitación de un millonario que desea ayudarlo, pero debe regresar a Dinamarca, y de paso, asistir a la boda de la hija del negociante. De vuelta a casa tomará decisiones que a usted lo harán derramar litros de lágrimas.
El resto de los títulos de Bier son golpes al alma. En Problemas de familia (1994), una madre cercana a la muerte le confiesa a su hijo que es adoptado y el sufrimiento hace lo suyo.
En El amor de mi vida (1999) hay una pareja que desea tener hijos y otra a la que la infertilidad no se lo permite, después se engañan unos con otros y allí vienen las desilusiones de rigor.
En Te quiero para siempre (2002), un hombre y una mujer estaban a punto de casarse cuando sufren un accidente vehicular, él queda postrado en una cama y ella lo lamenta, pero se enamora del tipo que los atropelló.
Luego vino Hermanos (2004), que presenta a un hermano responsable y a otro que no lo es. Uno se va a proteger a la sociedad civil de Afganistán y desaparece, y su prole queda al cuidado del inútil, pero cuando el abnegado regresa descubre que su esposa ama a su suplente.
Cosas que perdimos en el fuego (2007) es bastante parecida. Hay un hombre exitoso que tiene un amigo drogadicto y bueno para nada. Al digno de imitar lo matan y el otro se hace cargo de la viuda y sus dos hijos, aunque no hay un final feliz entre los sobrevivientes.
Como ven, lo de Susanne Bier es hacernos llorar a moco tendido. Por lo que si eso le llama la atención, entonces vaya con suficientes pañuelos a ver Después de la boda, pues le gustará.
