¿Cómo se ve usted cuando llegue a viejo? Hoy día inevitablemente cualquier respuesta conduce a un solo escenario: el retiro.
De ahí que aquella famosa imagen de la jubilación dorada esté incrustada en las neuronas de cualquier panameño.
A lo largo de la historia de la humanidad ha habido muchas formas de lograr ese retiro para vivir en paz cuando las fuerzas se agoten. En el pasado, muchos tenían un gran número de hijos para garantizarse, entre otras cosas, que alguno se hiciera cargo de ellos en la senectud. Otros ahorraban dinero o compraban bienes para sobrevivir en la ancianidad o en los tiempos de las vacas flacas.
Después, a finales del siglo XIX, llegó la gran esperanza: los sistemas de seguridad social que se fueron extendiendo por todo el mundo.
A Panamá este movimiento llegó un poco tarde, en 1941, tras la influencia europea en el istmo, con el mandato de Arnulfo Arias Madrid, quien fundó la Caja de Seguro Social (CSS).
La Declaración Universal de los Derechos del Hombre, en su Artículo 22 consagra como un derecho esencial a la seguridad social: "Toda persona, como miembro de la sociedad, tiene derecho a la seguridad social, y a obtener, mediante el esfuerzo nacional y la cooperación internacional, habida cuenta de la organización y los recursos de cada Estado, la satisfacción de los derechos económicos, sociales y culturales indispensables a su dignidad y al libre desarrollo de su personalidad".
El sistema funciona más o menos así: todo el que trabaja aporta a una caja común, dividida en cuatro áreas o programas, de donde salen los recursos para jubilación, medicinas, hospitalización, pago de riesgos profesionales y para sufragar los costos de equipos, electricidad, teléfono, salarios, etc.
La generación que actualmente trabaja, por ejemplo, debe cargar sobre sus hombros a la que ya se retiró y que a su vez cargó a la generación que le antecedió. Es el mismo principio de que los jóvenes deben responsabilizarse de los más viejos.
Pero hubo un momento en que el sistema empezó a fallar. La cantidad de trabajadores por el número de pensionados comenzó a declinar en todo el mundo, entre otras cosas por el aumento de la expectativa de vida (por ejemplo, en Alemania, Francia e Italia, el promedio de vida hoy es de 78 años, mientras en los 50 era de 67), el lento crecimiento demográfico y el desempleo.
Todo esto hizo que el sistema empezara a envejecer, de acuerdo con el experto en modelos de seguridad social, Willian Fadul. Así, hoy los principales países desarrollados enfrentan reformas en sus modelos de seguridad social.
La principal razón es que la relación cotizante-jubilado, que en muchos países era de 25-1, terminó en 3-1 ó incluso 2-1.
En el caso de Panamá, se calcula que en 1972 había 15 cotizantes por cada jubilado. Hoy esa relación es de apenas 4.3-1. Es decir, una relación cada vez más débil que revela que la carga cada día es mayor.
De hecho, la columna vertebral de la CSS –el programa de Invalidez, Vejez y Muerte (IVM)– enfrenta un serio problema de recursos que cada año se agrava más. Tiene un déficit a futuro de cerca de 3 mil millones de dólares. Es decir, la jubilación está en la cuerda floja.
¿Las opciones? Desde 1998 la Organización Internacional del Trabajo (OIT) sugirió, entre otras cosas, el aumento de la edad de jubilación y el incremento de las cuotas que pagan empresarios, trabajadores y el Gobierno.
Durante la pasada administración hubo un diálogo por el Seguro Social, coordinado por el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo, en el que participaron todos los sectores.
Pese a que se dieron acuerdos en otras áreas como administración, hospitalización y riesgos profesionales, no hubo consenso en lo más sensitivo: cómo salvar las jubilaciones.
Con las esperanzas puestas en el Seguro Social
En Panamá unas 20 mil personas pagan mensualmente –aparte de sus cuotas obligatorias al Seguro Social– a diferentes administradoras privadas de pensiones para garantizarse una jubilación propia.
Es una cifra muy baja si se tiene en cuenta que el número de cotizantes de la Caja de Seguro Social (CSS) es de cerca de 700 mil.
De ahí que la mayoría deposita sus esperanzas en la CSS.
Sin tomar en cuenta la compra de una vivienda –una opción que ha crecido en los últimos años debido a los intereses preferenciales y al auge de la construcción–, la previsión mediante el ahorro también es escasa.
Una encuesta reciente de la consultora Dichter & Neira/Latin Research Network da algunas luces de cómo anda nuestra previsión a título individual.
Siete de cada 10 encuestados, de un total de mil 216, dijeron que se gastan todos sus ingresos mensuales o más de lo que ganan. Igualmente, seis de cada 10 no tienen cuenta de ahorros activa.
