“Es una manera de mirar”. Así definía la ensayista estadounidense Susan Sontag al acto de tomar fotografías.
La frase, que apunta a una ocasión íntima, en donde el ojo logra capturar un espacio y tiempo precisos, explica la relevancia que tiene este oficio en el imaginario mundial.
Aquel influjo, que según Sontag afecta la forma en que vemos al mundo, también caló en el istmo de Panamá, en donde ha tenido una evolución no menos cautivante.
En su libro Panamá a través de la fotografía (1860-2013), el historiador Alfredo Castillero Calvo presenta una visión histórica del país narrada en imágenes, a partir de una primera fotografía capturada en 1860.
Empero, de la cotidianidad, oficios como la publicidad e, incluso, de las vistas panorámicas capturadas, tanto en filmes como en megapixeles, también es posible ilustrar contextos que hablan sobre la transformación panameña.
Los fotógrafos nacionales JoséÁngel Murillo y Rodolfo Aragundi encontraron en la fotografía una conexión inmediata.
Para Aragundi, el nexo se inició desde pequeño, inspirado por su madre, quien solía tomar fotos cada vez que viajaba.
En tanto, Murillo narra en su sitio web cómo solía admirar desde niño la capacidad que tenía la cámara para perpetuar tantos recuerdos.
Aunque ambos se encaminaron por rumbos distintos, en la actualidad destacan como fotógrafos con un amplio camino recorrido.
RETRATOS NARRATIVOS
Aragundi se inició como profesional en 1977, cuando adquirió su primera cámara análoga con lente de 50 milímetros.
Aunque ya había experimentado con otros equipos y dispositivos instantáneos, sus primeras tomas laborales eran sobre arquitectura e interiores de edificaciones que hacía por pedido.
Murillo, por su parte, inició su carrera al retornar de Francia, donde realizó sus estudios universitarios.
Ambos recuerdan que para aquel entonces la ciudad capital contaba con un cúmulo de profesionales renombrados, quienes se dedicaban, primordialmente, a la fotografía social y de prensa.
Igualmente, en 1976, se había conformado el Club Fotográfico de Panamá, que buscaba fomentar esta técnica en el país.
Según Murillo, quien en su andar ha fungido como profesor universitario, en la década de 1980 había cerca de 200 fotógrafos, y algunos estudios fotográficos arraigados en la metrópoli, como el de Carlos de Panamá, Jorge Sosa, Foto Estudio Calvo, Gerardito y Enoch Foto Estudio, agrega Aragundi.
Los procesos técnicos de aquel entonces hacían de la fotografía una especialidad costosa y no tan fácil de lograr.
Aragundi recuerda, por ejemplo, las dificultades al revelar cierto tipo de películas con ASA (hoy denominadas ISO) altas, de numeración 800, 1,200 o 1,600.
Murillo, por su parte, añade que podían pasar horas antes de poder clicar en el disparador de su cámara, “por la preparación que conllevaba una sesión”, dice.
Tras su retorno a Panamá, a inicios de 1980, Murillo trabajó como docente en la Escuela de Artes Plásticas y como fotógrafo independiente.
No obstante, al entrar en contacto con el campo publicitario, comenzó a adentrarse más en el mercado fotográfico local, “que era muy pequeño y a uno le tocaba hacer de todo”.
Fue así como en 1983 decidió crear su propio estudio, para trabajar anuncios publicitarios de formatos grandes, cuyas “preparaciones eran muy costosas, no como ahora que se cuenta con la ayuda de programas digitales”, explica.
LA NOTICIA COMO NUMEN
La prensa escrita y las agencias de noticias internacionales también jugaron un papel importante en el desarrollo fotográfico nacional.
A principios de 1980, el sector oeste panameño inauguró su primer estudio fotográfico, creado por Milciades Saldaña, quien tras varios años de labor como fotomecánico para los diarios El Panamá América y La Estrella de Panamá, se aventuró en la fotografía.
“Fue en esa etapa que pude aprender de fotografía de la mano de Luis Gutiérrez, del Departamento de Archivo, quien me enseñó las técnicas de ese entonces”, dice.
Saldaña se inició con una cámara instantánea y luego pasó a experimentar con otros formatos, que derivaron en la década de 1980 con la apertura del primer estudio de fotografía en La Chorrera.
“Fue así como me dediqué a trabajar como corresponsal gráfico, cubriendo los eventos sociales que se realizaban en el interior del país”, comenta Saldaña.
Ubicado en la calle Santa Rita, de La Chorrera, Foto Estudio Saldaña abrió sus puertas 35 años atrás.
Aunque actualmente el sector cuenta con nuevos profesionales del campo, Saldaña aún destaca como profesional en activo y patriarca de una familia numerosa también dedicada a la fotografía.
A mediados de 1980, Murillo comenzó a colaborar como fotógrafo de prensa para algunas agencias internacionales como Associated Press (AP), Sygma News y France Press, en donde logró exportar su trabajo y publicar en medios extranjeros como la revista Life y el rotativo The New York Times, por ejemplo. También publicó algunos libros de fotografía como Panamá y Panamá, tierra de contrastes.
Aragundi, por su parte, se abrió camino en el campo social como fotógrafo para una revista local y ganador de varios concursos nacionales por sus imágenes.
Más de una treintena de años ha pasado desde que todos se iniciaron en el campo visual, que pese a los altibajos políticos del país y el exilio que enfrentó posteriormente Murillo, han logrado trascender en sus trabajos, que yacen en el tiempo como testigos de lo que una vez sucedió.




