Los habitantes de la Grecia Antigua se las traían. Tenían un dios para cada asunto. Incluso uno era responsable de la oportunidad: la diosa de la ocasión. Océano semejaba todas las fuerzas de la naturaleza. Era hijo de Urano y Gea (Madre Tierra) y tuvo 3,000 hijos, los ríos, y además sus fuentes. Resultado de la imaginación en la Grecia Antigua. Anteros, hijo de Afrodita, es el dios de la pasión, símbolo del amor correspondido; Esculapio, hijo de Apolo, es el dios de la medicina; Cloris, la diosa de las flores; Eros (Cupido, en el mundo latino) es el dios del amor humano; Hebe, la diosa de la juventud, y las Irinias –hermanas de Océano- eran las diosas vengadoras.
La diosa de la ocasión. Una mujer hermosa, desnuda, alada y parada de puntillas de una rueda y con un cuchillo en la mano. En cualquier momento puede desplazarse esta beldad. A ella no se le puede dejar escapar. Para más señas de su vocación escurridiza, era visible la dicotomía del exterior de su cabeza: sobre la frente, un mechón abundante, y en la parte trasera, calvicie total. De esa deidad, surgieron los refranes: “hay que tomar la ocasión por los cabellos” y “la ocasión (o la oportunidad) la pintan calva”. A la diosa había que encararla cuando se dirigía hacia uno, tomar una decisión inmediata. Simbolizaba la fugacidad y el riesgo inherentes a una oportunidad. Como tenía alas, era huidiza. No había que esperar resultados cuando no se le tenía de frente. De espaldas, no podría asírsele, pues era calva.
En Refranero panameño, esa obra sobre la materia de la profesora Luisita Aguilera P., aparecen tanto “a la ocasión la pintan calva” y “a la ocasión se le coge por los cabellos”. “Denota este refrán –afirma- la poca frecuencia conque se presentan las oportunidades, y la necesidad que hay de ser activo y diligente a fin de aprovechar todas las buenas coyunturas”. Ella cita otros refranes: la ocasión al encontrón; la ocasión ida, para siempre perdida, la ocasión llega, llama y no espera; la ocasión no admite dilación; la ocasión no pasa andando, sino volando; la ocasión perdida no se recobra fácilmente; asir a la ocasión por la melena; quien de la ocasión no sabe aprovecharse, no tiene de qué quejarse.
Meritocracia. De ‘mérito’ (resultado de las buenas acciones) y el elemento composicional ‘-cracia’ (poder, como en ‘democracia’). Las posiciones jerárquicas están basadas en el mérito, sobre todo de educación y competencia. Los concursos corresponden a un sistema de méritos. Singapur y Finlandia están a la vanguardia de los estándares meritocráticos para la elección de autoridades. Es un criterio justo en la distribución de los estamentos sociales. Se enfatiza en la educación formal, el talento, las habilidades y las competencias de los individuos.
