Después de hacer sonar los últimos éxitos hip-hop y trance por horas, DJ Sugar pierde entusiasmo, apaga la música e inspecciona la pista del club nocturno que ha estado vacía durante semanas.
La agitación política le ha propinado un golpe a la vida nocturna en El Cairo, una ciudad aparentemente conservadora con una vibrante subcultura de bares, clubes nocturnos, bailarinas del vientre y casamientos de toda la noche.
“La revolución ha arruinado la fiesta. Muchos extranjeros se han ido y los egipcios están gastando su dinero solo en necesidades básicas”, indicó DJ Sugar. El ejército prohibió el movimiento por las noches el 28 de enero cuando las protestas contra el presidente Hosni Mubarak adquirieron impulso. Cuando la policía abandonó las calles y miles de presos fueron liberados en circunstancias misteriosas, los residentes se encerraron en sus casas.
Casi dos meses más tarde, el toque de queda ha sido reducido a tres horas -de 2 a 5 de la mañana-, pero pocos habitantes de El Cairo parecen estar con ánimos de fiesta. La euforia revolucionaria que hizo que millones de personas salieran a las calles ha dado lugar a preocupaciones por el dinero y el empleo. La economía se está tambaleando y el gobierno ha reducido sus pronósticos de crecimiento después de semanas de huelgas.
