Argentina, uno de los mayores productores y exportadores globales de alimentos, se declaró ayer en “emergencia agropecuaria” por la severa sequía que azota a sus campos, la peor que se recuerde en 70 años.
La presidenta argentina, Cristina Fernández, anunció ayer que firmó un decreto de declaración de la emergencia en todo el país, medida por la que se prorroga el plazo de un año del pago de los impuestos a la renta y la riqueza para los productores agrarios afectados por la sequía.
Esta prórroga impositiva “es un gran esfuerzo que hacen todos los argentinos porque ningún otro sector de la actividad económica tiene este tipo de beneficio”, dijo Fernández en un acto en la residencia presidencial, a las afueras de Buenos Aires.
La medida era reclamada desde hace semanas por los hombres del campo, quienes el año pasado protagonizaron una fuerte pelea con el Gobierno por los impuestos a las exportaciones de granos.
La presidenta reclamó a los productores rurales, que amenazaban con nuevas protestas, “una gran dosis de patriotismo” y de “responsabilidad” por el “esfuerzo que hacen todos los argentinos”, ya que el Fisco percibirá menos recursos.
El Gobierno, que ya había destinado en los últimos días 230 millones de pesos (65.7 millones de dólares) a los productores afectados por la sequía, convocó a la Comisión Nacional de Emergencia Agropecuaria para analizar la situación crítica en el campo por la falta de lluvias. Fernández también eliminó ayer por decreto el pago de la denominada “carta de porte”, una autorización requerida para transportar ganado y granos.
