Ahí estaba, cinco décadas después. El mismo sacerdote que había violado a Joe Callander en Massachusetts.
La foto en un folleto de la Iglesia católica lo mostraba sonriendo, con arrugas en su cara, con niños casi desnudos en sus brazos y a sus pies en la Amazonia brasileña.
El reverendo Mario Pezzotti trabajaba con menores y supervisaba a otros sacerdotes en Brasil. Su caso no es aislado. En una investigación que abarcó 21 países y seis continentes, la AP encontró 30 casos de sacerdotes acusados de abuso sexual que fueron transferidos o enviados al extranjero.
Algunos escaparon de investigaciones policiales. Muchos tuvieron acceso a niños en otros países y volvieron a cometer abusos. Un sacerdote que admitió haber cometido abusos sexuales en Los Ángeles fue a Filipinas, donde recibía cheques que le enviaban figuras de la Iglesia católica de Estados Unidos, quienes le aconsejaban no revelar su procedencia.
Un cura de Canadá fue declarado culpable de abuso sexual y luego se mudó a Francia, donde fue condenado nuevamente por abuso en el 2005.
Otro sacerdote fue transferido una y otra vez de Irlanda a Inglaterra a pesar de haberse comprobado que era un pederasta.
Callander dice que tenía 14 años cuando fue violado tres veces y que sufrió abusos en otras ocasiones en 1959 en la Escuela Secundaria Xaverian Missionary Faith en Holliston, Massachusetts, que ya no funciona. La congregación llegó a un arreglo en el caso pagando 175 mil dólares en 1993.
