El papa Benedicto XVI comenzó ayer domingo las celebraciones de la Semana Santa, en medio de una de las crisis más graves que haya afrontado la Iglesia católica en décadas, con cuestionamientos hacia el manejo que hizo de casos de sacerdotes pederastas y la aceptación del Vaticano de que su “credibilidad moral se ha debilitado”.
Benedicto XVI no hizo mención del escándalo en su homilía del Domingo de Ramos, pero una de las oraciones, recitadas en portugués durante la misa, fue “por los jóvenes y por aquellos a cargo de educarlos y protegerlos”.
Cristo, dijo el pontífice, guía a los fieles “hacia el valor que no nos deja ser intimidados por las conversaciones de opiniones dominantes, hacia la paciencia que apoya a los demás”.
El Domingo de Ramos conmemora la entrada triunfal de Jesús en Jerusalén y marca el inicio de la Semana Santa, que incluye la representación de la crucifixión y muerte de Cristo el Viernes Santo y su resurrección el Domingo de Pascua.
Este año, la semana más solemne del calendario litúrgico de la Iglesia católica quedó empeñada por una de sus peores crisis en décadas.
Ayer, el Papa, vestido de blanco y dorado, saludó a los congregados que llevaban palmas y ramas de olivo. Durante su homilía recordó a los jóvenes que la vida cristiana es un camino, un peregrinaje con Cristo: “Un andar en la dirección que ha escogido y nos ha mostrado”.
